lunes, 9 de noviembre de 2009

CAPITULO 8 - Tempted (TENTADA)

Stevie Rae


Stevie Rae controló su impulso automático de retroceder un paso debido a la voz del hombre o mejor dicho por la voz del no-hombre, y la cuestión de su humanidad estaba puesto temporalmente a un lado, la verdad era que él era un enorme chico pájaro, cuya sangre olía muy mal. Y Stevie Rae estaba muy sola con él.
"Mira, sé que estás muy herido y todo, así que no estás pensando bien, pero si yo fuera a matarte definitivamente no te habría arrastrado aquí." Ella hizo que su voz sonara normal y en vez de alejarse de él como quería, se mantuvo firme y se encontró con esos ojos rojos-fríos que parecía tan extrañamente humanos.
"¿Por qué no vas a matarme?" Las palabras eran un poco más que un susurro agonizante, pero la noche era tan silenciosa que Stevie Rae no tuvo problemas para oírle.
Ella podría haber fingido que no oyó lo que él le había dicho, o al menos fingir que no le comprendía, pero estaba harta de evasivas y mentiras, así que siguió manteniendo su mirada y le dijo la verdad: "Bueno, en realidad, eso tiene mucho más que ver conmigo que contigo, y eso lo hace una historia un poco larga y confusa. Supongo que sobre todo no estoy muy segura de por qué no voy matarte, excepto por el hecho de que tiendo a hacer las cosas a mi manera, y definitivamente puedo decir que no soy una admiradora de los asesinatos."
Él la miró tan fijamente que hizo que ella quisiera escapar de esa extraña mirada roja. Por último él dijo. "Tu deberías hacerlo."
Las cejas de Stevie Rae subieron. "¿Yo debería hacer que?, ¿yo debería matarte?, ¿o debo de hacer las cosas a mi manera? Vas a tener que ser más específico. Ah, y también deberías de considerar ser menos mandón. No estás exactamente en una posición donde puedes decirme lo que debo de hacer."
Obviamente su fuerza estaba perdiéndose, sus ojos comenzaron a cerrarse, pero sus palabras le hicieron reabrirlos. Ella podía ver algún tipo de emoción cambiando su expresión, pero su rostro era tan extraño, tan diferente de cualquier cosa o persona que estaba acostumbrada a ver, que ella no pudo leer su nueva expresión. Su pico negro se abrió como si fuera a decir algo. En ese momento un escalofrío recorrió su cuerpo. En vez de hablar, cerró los ojos con fuerza y gimió. El sonido estaba llenó de una agonía que fue completamente humana.

Automáticamente dio un paso hacia él. Sus ojos se volvieron a abrir y, a pesar de que estaban vidriados con dolor, ella podía ver su mirada escarlata centrada en ella. Stevie Rae se detuvo y habló despacio y con claridad. "Bueno, aquí está el acuerdo. He traído agua y cosas con que vendarte, pero no estoy muy contenta con acércame hacia ti, si no me das tu palabra de que no intentaras nada que no vaya a gustarme."
Esta vez Stevie Rae estaba segura de la emoción que vio entre el rojo de esos ojos humanos, fue de sorpresa.
"No me puedo mover." Sus palabras fueron vacilantes, y fue un esfuerzo evidente para él hablar en absoluto.
"¿Significa eso que tengo tu palabra de que no me morderás o hacerme cualquier otra cosa que no sea agradable?"
"Siiii."

Su voz se volvió gutural y la palabra terminó con un silbido, que Stevie Rae no encontró del todo reconfortable. Sin embargo, enderezó su espalda y asintió como si no acabara de sonar como una serpiente. “Bueno. Bien. De acuerdo, vamos a ver qué puedo hacer para que te sientas mejor."
Luego, antes de que su cabeza empezara a entender lo que estaba haciendo, se acerco al Cuervo Mocker. Ella dejó caer las toallas y el musgo en el suelo junto a él, y coloco el cubo de agua cuidadosamente. Realmente él era grande. Ella se había olvidado de eso. Bueno, tal vez solo se trataba de que hubiera bloqueado su memoria, ya que "olvidar" su tamaño era muy difícil. No había sido precisamente fácil de arrastrar/cargarlo en el cobertizo antes de Erik o Dallas o Heath o alguien la hubieran visto, a pesar de que él había sido misteriosamente más liguero de lo pesado que parecía.
"Agua." La palabra era casi un graznido.
"¡Oh, sí, claro!" Stevie Rae saltó y luego agarro torpemente la manija del cazo. El cazo cayó al suelo, y tan avergonzada como agotada, ella lo dejó caer de nuevo-tuvo que recogerle, limpiarle con una toalla, y finalmente zambullirlo en el agua. Se acercó a él. Él se movió débilmente, obviamente tratando de levantar un brazo, pero el intento le hizo gemir de nuevo y su brazo parecía que sólo era capaz de colgar a su lado, tan inútil como su ala rota. Sin detenerse a pensar sobre lo que ella estaba haciendo, Stevie Rae se inclinó, levantó sus hombros con cuidado, le inclinó la cabeza hacia atrás, y sostuvo el cazo en su pico. Él bebió con avidez. Cuando se llenó, ella lo ayudó a recostarse, pero no hasta que ella puso una de las toallas debajo de su cabeza.
"Bueno, no tengo nada con que limpiarte excepto agua, pero haré mi mejor esfuerzo. Ah, y traje unas tiras de musgo. Si envuelvo tus heridas con ellas, ayudaran." Ella no se molestó en explicar el porque ella sabía que el musgo era bueno para sus heridas, ya que no lo sabia -era sólo uno de esos fragmentos de información que ella tenia de vez en cuando –de la nada. Un segundo, ella no tenia ni idea de nada. Al segundo siguiente ya estaba segura de cómo, bueno, tapar una herida, por ejemplo. Ella quería creer que era Nyx susurrándole, así como la diosa le susurraba a Zoey, pero la verdad era, que Stevie Rae no lo sabía con certeza. "Sólo sigue eligiendo el bien sobre el mal…” Murmuró para sí misma mientras comenzaba a rasgar una de las toallas en tiras.
Los ojos del cuervo mocker se abrieron y le miraron inquisitivamente.

"Oh, no te preocupes por mí. Estoy hablando conmigo misma. Incluso cuando no estoy sola. Es un poco como mi propia versión de terapia." Hizo una pausa y se reunió con su mirada. "Esto va a doler. Quiero decir, voy a tratar de tener cuidado y todo, pero estás bastante mal.”

"Adelante." Dijo en esa susurrante voz llena de dolor que sonaba demasiado humana para ser procedente de una criatura que lucia tan inhumana.

"Bien, bien, aquí va." Stevie Rae trabajó tan rápido y tan suavemente como le fue posible. El agujero en su pecho era terrible. Ella lo lavó con agua y sacaba la mayor cantidad de ramas y basura de alrededor como le era posible. Sus plumas hacían de su trabajo algo completamente extraño. ¡Había pecho y piel debajo de ellas, pero era tan malditamente extraño! ÉL tenía plumas, y debajo de ellas encontró plumas negras mucho más suaves, que se sentían como el algodón de azúcar de la feria estatal.
Ella recorrió su cara con su mirada. Él había recostado su cabeza hacia abajo en la almohada-toalla. Tenía los ojos firmemente cerrados, y respiraba en pequeños jadeos.
"Lo siento, sé que esto duele." Ella dijo. Su única respuesta fue un gruñido que, irónicamente, lo hizo parecer más como un chico. En serio -el gruñido era bien conocido por ser un importante método de comunicación de los chicos. "De acuerdo, creo que está listo para el musgo." Ella hablaba más para calmar sus propios nervios que los de él. Rasgando una sección del musgo, ella cuidadosamente envolvió la herida. "No parece tan malo ahora que no está sangrando tanto." Ella siguió charlando, a pesar de que él apenas le respondía a ella. "Aquí, tengo que moverte un poco."
Stevie Rae lo giró sobre su estómago para que pudiera llegar al resto de la herida. Apoyó la cara en la toalla y dio otro gemido sofocado. Stevie Rae habló rápidamente, odiando ese sonido agonizante. "El agujero de tu espalda es más grande, pero no esta tan sucio, así que no tendré tanto que limpiarte." Tomó un trozo de musgo grande, para cubrir la herida de salida, pero ella lo consiguió hacer rápidamente.
Luego ella cambió su atención a sus alas. El ala en su lado izquierdo estaba fuertemente presionada contra su espalda. No parecía que había sido lesionada en lo absoluto. Pero su ala derecha era otra historia. Era un total desastre-destrozada, ensangrentada y colgada sin vida a su costado.
"Bueno, creo que es hora de admitir que no estoy totalmente a gusto aquí atrás. Quiero decir, la herida de bala era desagradable, pero al menos sabía qué hacer al respecto– o algo así. Tu ala es otra cosa. No tengo idea de qué hacer para ayudarte."
"Átala a mí. Utiliza las tiras de tela." Tenía la voz ronca. Él no la miro ya que sus ojos seguían fuertemente cerrados.
"¿Está seguro? Quizás es mejor dejarla como esta."
"Menos dolor-si esta atada." Dijo con voz entrecortada.
"Bueno, mierda. De acuerdo." Stevie Rae se puso a trabajar rasgando otra toalla en tiras largas, y luego las anudo juntas. "Muy bien. Voy a arreglar tu ala en la espalda en la misma posición que tu otra ala. ¿Eso esta bien?"
Él asintió una vez.
Ella contuvo su respiración y tomó su ala. Él se agitó y jadeó. Ella soltó el ala y saltó hacia atrás.
"¡Mierda! ¡Lo siento! ¡Mierda!"
Sus ojos se entornaron y la miro fijamente. Entre jadeos ahogados, él dijo. "Sólo. Haz. Lo." Ella apretó los dientes, se inclinó hacia adelante y, ignorando su sordo gemido de dolor, arreglo el ala rota en una posición que se parecía vagamente a la del ala ilesa. Luego, con apenas una pausa para respirar, ella dijo: "Tú vas a tener que levantarte un poco para que pueda atar esto a tu alrededor."
Stevie Rae sintió su cuerpo tensarse y luego se levantó a sí mismo con gran esfuerzo, apoyándose sobre todo en el brazo izquierdo, de modo que estaba en una posición inclinada media sentada y su torso estaba lo suficientemente lejos del piso para que ella rápidamente envolviera las tiras de toalla alrededor de él y asegurar el ala.

"Ya esta, lo tengo."
El se desplomó. Todo su cuerpo estaba temblando.
“Voy a envolver tu tobillo ahora. Creo que esta roto, también."
Él asintió una vez.
Ella rompió más tiras de toalla y a continuación firmemente envolvió su tobillo de aspecto sorprendente humano, al igual que como recordaba que su entrenador de voleibol envolvía uno de los tobillos débiles de sus compañeros de equipo, cuando ella estaba en la secundaria en Henrietta, hogar de las Gallinas luchadoras.
¿Gallinas luchadoras? De acuerdo, la mascota de su ciudad natal siempre había sido absurda, pero en ese momento a Stevie Rae le pareció súper divertido e irónico, y tuvo que morderse los labios para mantener una risa histérica-burbujeante. Afortunadamente ella consiguió controlarse en sólo un par de respiraciones, y logró preguntarle. "¿Estas herido en otro lugar?"
El negó con la cabeza en un movimiento corto y tembloroso.
“De acuerdo, entonces voy a para de meterme contigo, porque creo que ya he atendido tus heridas más graves." Cuando él asintió una vez en acuerdo, ella se sentó en el suelo junto a él, secándose las manos temblorosas en una de las toallas. Luego ella solo se sentó allí, mirándole y preguntándose qué diablos iba a hacer a continuación. "Te diré una cosa." Dijo en voz alta. "Espero no tener que atar otra ala rota en toda mi maldita vida."
Sus ojos se abrieron, pero no habló.
"Bueno, fue totalmente horrible. Esa ala debe doler peor que una fractura normal en el brazo o la pierna, ¿verdad?"
Ella se puso a hablar debido a su nerviosismo, y Stevie Rae no espero que él le respondiera, por lo que se sorprendió cuando el dijo. "Así es.”

"Sí, eso es lo que yo pensé." Continuó, como si fueran dos personas normales teniendo una conversación ordinaria. Su voz era aún débil, pero parecía que le era más fácil hablar y ella supuso que inmovilizar su ala realmente había ayudado a aminorar el dolor.
"Necesito más agua." Él dijo.
"Oh, seguro." Ella agarró el cazo, contenta de que sus manos habían dejado de temblar. Esta vez él fue capaz de mantener a sí mismo arriba y tirar hacia atrás su propia cabeza. Ella sólo tenía que verter el agua en su boca, o pico, o cualquiera que fuera la palabra correcta para lo que eso era.
Puesto que ella ya se había levantado, Stevie Rae decidió que podría recoger los pedazos sangrientos de la toalla, pensando que ella debería llevarlos lejos del cobertizo. El sentido del olfato de los novatos rojos no era tan bueno como los suyos, pero tampoco eran tan poco desarrollados como los novatos regulares. Ella no quería arriesgarse a que ninguno de ellos tuviera una razón para olfatear por ahí. Una rápida búsqueda por el cobertizo y ella descubrió bolsas de basura de jardín extra grandes, en donde metió los trapos. Había tres toallas que no había utilizado, y en realidad sin pensarlo mucho, las desdobló y las extendió, cubriendo al cuervo mocker, tanto como le era posible.
"¿Eres tu La Roja?"
Su voz la sobresaltó. Sus ojos estaban cerrados y había estado tan tranquilo mientras ella limpiaba que había asumido que él estaba dormido, o tal vez desmayado. Ahora esos ojos humanos estaban abiertos de nuevo y fijos en ella.
"No sé cómo responder a eso. Yo soy un vampiro rojo, si es eso lo que quieres decir. El primer vampiro rojo." Ella pensó brevemente sobre Stark y sus tatuajes rojos completos, que lo hacia a él el segundo vampiro rojo, y se pregunto a si misma, donde iba a encajar él en su mundo, pero de ninguna manera iba a mencionar a Stark frente al Cuervo Mocker.
"Tu eres La Roja."
"Bueno, de acuerdo, supongo que lo soy."
"Mi padre dijo que La Roja era poderosa."
"Yo soy poderosa." Stevie Rae dijo sin vacilar. Luego ella mantuvo su mirada y continuó. "¿Tu padre? ¿Te refieres a Kalona?"
"Si."

"Él se ha ido, tienes que saberlo."
"Lo sé." Entonces el alejo su mirada de ella. "Yo debería de estar con él."

"No te ofendas, pero por lo que sé de tu papá, creo que lo mejor es que tu estés aquí y él no. Él no es exactamente un buen tipo. Por no mencionar que Neferet se ha vuelto completamente loca, y los dos son como los guisantes en una desagradable vaina vacía."
"Hablas mucho." Él dijo y luego hizo una mueca dolorosa.
"Sí, es un hábito." Un hábito nervioso, pero ella no añadió eso. "Mira, tu necesitas descansar. Me voy a ir. Además, el sol comenzó a subir hace cinco minutos, y eso significa que tengo que estar dentro. La única razón por la que puedo caminar del todo por allí afuera, es porque el cielo esta lleno de nubes." Ella ató la bolsa de basura, manteniéndola cerrada movió el cubo de agua y el cazo al alcance del cuervo mocker-así él podría ser capaz de alcanzarlos más fácilmente. "Entonces, adiós. Voy a, um, te veo luego." Comenzó a irse deprisa, pero su voz la detuvo.

"¿Qué vas a hacer conmigo?"
"No he decidido esa parte todavía." Ella suspiró y se removió, picoteando nerviosamente sus uñas. "Mira, creo que estás a salvo aquí por lo menos por un día. La tormenta no está amainando y las monjas no van a acercarse por aquí. Todos los novatos probablemente permanecerán en el interior hasta el atardecer. Para ese momento yo debería saber qué hacer contigo."
“Todavía no entiendo por qué no les dices a los demás acerca de mí."
“Si. Bueno, ya somos dos entonces. Trata de descansar. Yo regresare."

Ella tenía la mano sobre el pestillo de la puerta cuando él volvió a hablar. "Mi nombre es Rephaim."
Stevie Rae sonrió por encima de su hombro hacia él. "Hola. Soy Stevie Rae. Un placer conocerte, Rephaim."

* * *

Rephaim observo a La Roja salir del edificio. Contó cien respiraciones después de que la puerta se cerró, y luego comenzó a mover su cuerpo hasta que se había forzado a sí mismo en una posición sentada. Ahora que estaba plenamente consciente él quería hacer un inventario de sus lesiones.

Su tobillo no estaba roto. Le dolía, pero podía moverlo. Sus costillas fueron golpeadas pero, de nuevo, él no creyó que ninguna de ellas se había roto. La herida de bala en su pecho era grave, pero La Roja le había limpiado y vendado con musgo. Si no supuraba y se descomponía, él se curaría. Podía mover el brazo derecho, aunque era difícil, y se sentía extrañamente rígido, así como débil.
Por último, cambió su atención a su ala. Rephaim cerró sus ojos e indago con su mente, siguiendo tendones y ligamentos, músculos y huesos, a través de la espalda y a lo largo de la destrozada ala. Él jadeó, casi sin poder respirar, al realmente comprender la magnitud de los daños que la bala le había causado, y luego lo que la terrible y desgarradora caída le habían hecho.
Él nunca volvería a volar.
La verdad de esa idea era tan horrible que su mente se deslizó rápidamente fuera de ella. Él pensaría en La Roja en lugar de eso y tratar de recordar todo lo que su padre le había hablado de sus poderes. Tal vez él encontraría alguna pista en su memoria que explicaría su inusual comportamiento. ¿Por qué no lo había matado? Tal vez ella todavía podría hacerlo-o al menos, tal vez ella le contaría a sus amigos su presencia.
Si ella lo hacia, que así sea. La vida como él la había conocido había acabado para él. Él le daba la bienvenida a la oportunidad de morir luchando contra cualquiera que tratara de mantenerlo prisionero.
Pero no le había parecido que ella lo estaba encarcelando.
Él pensó mucho, obligando a su mente a trabajar a través del dolor, el agotamiento y la desesperación.
Stevie Rae. Ese había sido el nombre que ella le había dado. ¿Cuál era su motivo en salvarlo si no para encarcelarlo y usarle? Tortura. Tenia sentido que ella le este mantenido con vida para que ella y sus aliados pudieran obligarlo a que les contara todo lo que sabía sobre su padre. ¿Qué otra razón podría tener ella para no matarlo? Él habría hecho lo mismo si hubiera tenido la suerte de haber estado en su lugar.
Ellos descubrirán que el hijo de un inmortal no hablará fácilmente, pensó. Estresado más allá incluso de las reservas de su gran fuerza, Rephaim se derrumbó. Él trató de posicionarse de manera que pudiera obtener algo de alivio de la tortura que sentía su cuerpo con cada latido de su corazón, pero era imposible. Sólo el tiempo podía aliviar su dolor físico. Nada podía aliviar el dolor profundo de su alma de no poder volver a volar -de nunca estar completo.
Ella debería haberme matado, pensó. Tal vez podría incitarla a hacerlo si ella regresaba sola. Y si ella regresaba con sus aliados e intentaban obtener los secretos de mi padre de mí por la tortura, yo no seré el único que chillaré de dolor.
¿Padre? ¿Dónde estás? ¿Por qué me abandonaste?
Ese era el pensamiento más importante en su mente cuando la inconsciencia le reclamo a Rephaim, de nuevo y, por fin, él durmió.

0 comentarios:

Publicar un comentario