miércoles, 4 de noviembre de 2009

CAPITULO 2 - Tempted (TENTADA)

Zoey

“Está bien, ustedes dos, escúchenme. Por que sólo lo voy a decir una sola vez, ¿correcto?”. Interponiéndose entre los dos chicos, Stevie Rae se puso las manos en las caderas y miró a Erik y Heath. Sin quitarle los ojos de encima, ella gritó, “¡Dallas!”
Casi instantáneamente el chico corrió hacia ella. “¿Que sucede, Stevie Rae?”
“Trae a Johnny B. Dile que vaya con Heath y que vigilen los alrededores de la parte frontal de la Abadía, sobre todo por la calle Lewis y que se aseguren de que los Cuervos Mockers realmente se hayan ido. Tú y Erik vayan por el lado sur del edificio. Yo iré a lo largo de la hilera de árboles por la veintiuno y revisare todo”.
“¿Todo lo harás sola?”- Dijo Erik.
“Sí, todo por mí misma”, Stevie Rae chasqueó. “¿A ti se te olvida que podría pisar fuertemente con mi pie derecho y hacer que se agite el suelo bajo tus pies? También podría elevarlo y lanzarlo hacia tu trasero celoso y tonto. Y creo que puedo revisar por los alrededores de esos árboles por mí misma”.
Justo a su lado, Dallas comenzó a reír. ”Creo que la vampiresa roja, con la afinidad con la tierra a triunfado sobre el vampiro azul del drama”.
Eso provoco que Heath bufara y comenzara a reírse. Y, predeciblemente, Erik comenzó a ponerse en una pose defensiva.
“¡No!” Stevie Rae, dijo antes de que los estúpidos chicos comenzaran a arrojarse golpes. “Si todos vosotros no pueden decir nada bueno, entonces es mejor que cierren la maldita boca”.
“¿Me llamaste, Stevie Rae?” dijo Johnny B, alcanzándola y poniéndose a su lado. “Vi que Daríus se llevaba a ese chico de las flechas rumbo a la Abadía. Él dijo que debía buscarte”.
“Sí” ella dijo aliviada. “Quiero que tu y Heath revisen el frente de la Abadía, y la calle Lewis. Asegúrense de que realmente los cuervos Mockers se han ido”.
“¡Estoy en ello!” dijo Johnny B, dándole un golpe ficticio a Heath en el hombro. “Vamos, mariscal de campo, déjame ver lo que tienes”.
“Presten mucha atención hacia los árboles y a las malditas cosas oscuras” dijo Stevie Rae, negando con la cabeza, cuando Heath se agachó esquivando el golpe, y dando unos pocos golpes rápidos en el hombro de Johnny B.
“No hay problema”, dijo Dallas y comenzó a moverse hacia afuera con un Erik silencioso.
“Que sea rápido”, dijo Stevie Rae grito refiriéndose a ambos grupos de chicos. “El sol saldrá pronto. Quiero que todos nos encontremos en la Gruta de María en media hora o poco más. Griten fuertemente si encuentran cualquier cosa y todos iremos corriendo”.
Ella observo a los cuatro chicos asegurándose de que realmente estos fueran a donde los había enviado, entonces, Stevie Rae se giro, y suspirando, comenzó con su misión. ¡Demonios, hablando de molestias! Ella amaba a Z más que al pan blanco, pero lidiar con los novios de su BFF, ¡la hacia sentir como un sapo en medio de un tornado! Ella solía pensar que Erik era el chico más ardiente en el mundo. Después de pasar un par de días con él, ella pensaba que era el dolor en el culo más grande del mundo con un súper-ego del tamaño del mundo. Heath era dulce, pero solo era un humano, y Z había tenido razón al preocuparse por él. Los seres humanos definitivamente podían morir mucho más fácil que los vampiros o los novatos. Ella miró por encima del hombro, tratando de ver a Johnny B y Heath, pero la oscuridad helada y los árboles se los había tragado, y ella no podía ver a nadie.
No es que a Stevie Rae le importara estar a solas para variar. Johnny B estaba vigilando a Heath. La verdad era que ella estaba contenta por haberse librado de él y Erik-el celoso por un rato. Ambos tipos, le hicieron apreciar mucho más a Dallas. El era simple y fácil. Él era su novio o algo así. Ellos dos tenían algo, pero no era un algo definido. Dallas sabía que Stevie Rae tenía muchas cosas con las que tratar, así que ambos habían llegado a un acuerdo. Y él estaba allí para el tiempo libre. ¡Fácil, lindo y fresco! Eso era Dallas.
Z podría aprender una o dos cosas acerca del control sobre los chicos, de mí, pensó mientras caminaba con paso pesado por el bosque de viejos árboles que rodeaban la Gruta de María y protegían la Abadía de la concurrida calle veintiuno.
Bueno, una cosa era segura, esta era definitivamente una noche de mierda. Stevie Rae no había dado ni siquiera una docena de pasos antes de que sus rizos rubios estuvieran empapados. ¡Demonios!, el agua descongelada caía por su nariz! Ella se giro, limpiándose con un pañuelo la mezcla fría y húmeda de lluvia y hielo. Todo era tan extrañamente oscuro y silencioso. Eso era muy extraño ya que no había ningún faro encendido sobre la calle veintiuno. Ni uno solo, tampoco había un solo coche en la calle, ni siquiera un coche TPD patrullando. Ella se resbaló y se deslizó por una pendiente. Sus pies chocaron contra la carretera y sólo su súper visión nocturna de vampiresa roja la mantuvo orientada. Parecía que cuando Kalona había huido, este se había llevado la luz y el sonido con él.
Sintiéndose muy nerviosa, ella tenía el pelo mojado sobre su cara de nuevo y tomo fuerzas. “¡Estas actuando como una gallina, y tu sabes lo estúpidas que son las gallinas!”. Ella habló en voz alta y seguidamente se sintió doblemente asustada porque sus palabras resonaron extrañamente amplificándose por el hielo y la oscuridad.
¿Por qué tenia que estar tan nerviosa en el mundo? “Podría ser porque estas ocultando muchas cosas a tu BFF, Stevie Rae” murmuró, y luego mantuvo sus labios cerrados. Su voz se escuchaba demasiado fuerte en medio de la oscuridad, y la noche colmada de hielo.
Pero ella iba a decirle Z sobre las otras cosas. ¡Realmente lo haría! Simplemente no había tenido tiempo. Y Z tenia muchas cosas en que preocuparse, mucho estrés.

Y. . . y. . . era difícil hablar de eso, aun si se trataba de Zoey.
Stevie Rae pateó una rama rota, cubierta de hielo. Ella sabía que no importaba si era difícil. Ella iba a tener una conversación con Zoey. Ella tenía que hacerlo. Pero más tarde. Tal vez mucho más tarde. Era mejor enfocar la atención en el presente, al menos por ahora.
Entrecerrando los ojos y poniendo una mano sobre ellos para tratar de protegerse de la picadura de la lluvia helada, Stevie Rae miró con atención hacia las ramas de los árboles.
Aun en medio de la oscuridad y la tormenta su vista era buena, y ella rogaba por no ver algún gran y oscuro cuerpo acechándole.
Encontrando más fácil caminar a un lado del camino, ella se abrió paso hacia la calle Veintiuno que la llevaba lejos de la abadía, todo el rato mantuvo su vista hacia arriba. No fue hasta que estaba casi en la línea de la cerca que dividía la propiedad de las monjas de los condominios de lujo que Stevie Rae sintió un olor.
Sangre.
De un olor muy raro.
Se detuvo. Su mirada era casi fiera, Stevie Rae, inhalo el aire. Y se lleno de un aroma húmedo y rancio del hielo que recubría la tierra, el olor era palpable, con un toque de canela debido a los arboles de invierno, y del fuerte asfalto bajo sus pies. Ignoro esos aromas y en cambio enfoco su atención en la sangre. No era sangre humana, o incluso sangre joven, por que no era hedionda como la luz del sol y la primavera – la miel y el chocolate- el amor y la vida y todo lo que alguna ella había tenido y con lo que había soñado. No, esta sangre olía a oscuridad. Demasiado espesa. Había demasiado de algo que no era humano. Pero aun así era sangre, y ella la inhalo, aun sabiendo de que había algo malo e intenso.
Era el perfume de algo extraño, algo de otro mundo, que la guio hacia algunas salpicaduras de color carmesí. En la oscuridad de la tormenta antes del amanecer, sin sol, su visión pudo notar las manchas húmedas contra el hielo, que estaban en la carretera y cubría la hierba al lado de la carretera. Pero Stevie Rae sabía que era sangre. Una gran cantidad de sangre.
Pero no había ningún animal o humano tendido allí, sangrado.
En su lugar había un camino de un líquido oscuro, espesándose contra la lámina de hielo, y se alejaba de la calle hacia la parte más densa del bosque, detrás de la abadía.
Sus instintos de depredador despertaron instantáneamente. Stevie Rae se movió sigilosamente, apenas respirando, apenas haciendo ruido, ella siguió el rastro de sangre. Fue debajo de uno de los árboles más grandes, donde ella le encontró, bajo una rama enorme, recién rota como si se hubiera arrastrado a si mismo hasta ella, para ocultarse y morir.
Stevie Rae sintió un escalofrío pasar por ella. Era un cuervo mocker.
La criatura era enorme. Más grande de lo que ella pensaba que eran, ya que los visto desde la distancia. Se encontraba a su lado, la cabeza inclinada hacia abajo contra el suelo, por lo que no podía ver su cara muy bien. El ala gigante que ella podía ver estaba herida, obviamente rota, y el brazo humano que había debajo estaba en un extraño ángulo y cubierto de sangre. Sus piernas eran humanas, también, y se acurrucaban como si hubiera muerto en posición fetal. Ella recordó a Daríus disparando un arma de fuego mientras él, Z y el grupo de chicos habían llegado después de haber soltado el infierno sobre la Abadía y la calle veintiuno. Por lo tanto, el había hecho disparos al cielo.
“¡Demonios!”, dijo en voz baja. “Eso debió de haber sido una maldita buena caída”.
Stevie Rae puso sus manos alrededor de su boca y se disponía a gritar por Dallas para que así, él y los chicos le ayudaran arrastrar el cuerpo, hacia algún lugar, cuando el cuervo mocker tembló bruscamente y abrió sus ojos.
Ella se quedó helada. Los dos se miraron fijamente. El color rojo de los ojos de la criatura se amplió, luciendo sorprendido e imposiblemente humanos con la cara de un pájaro. Miro hacia un costado y detrás de ella, comprobando si ella estaba sola. Automáticamente, Stevie Rae se puso de cuclillas, levantando sus manos a la defensiva y centrándose a sí misma para poder invocar a la tierra para que esta le de fuerzas.
Pero entonces, él habló.
“Mátame. Pon fin a esto”, dijo con voz entrecortada, jadeando por el dolor.
El sonido de su voz era tan humano, y era tan completamente inesperado que Stevie Rae bajó las manos y retrocedió. “¡Puedes hablar!” Dijo abruptamente.
Entonces, el Cuervo Raven hizo algo que sorprendió totalmente y a Stevie Rae e irrevocablemente cambió el curso de su vida.
Se echó a reír.
Era un sonido seco y sarcástico, y cesó en un gemido de dolor. Pero fue la risa, y las palabras lo que le dio un toque de humanidad.
“Sí”, dijo entre jadeos mientras trataba de respirar. “Puedo hablar. Sangro. Y también muero. Mátame y termina con esto”. El trató de sentarse entonces, como si estuviera ansioso por conocer su muerte, y el movimiento le hizo gritar de agonía. Sus ojos demasiado humanos se cerraron y se desplomó en el suelo congelado, inconsciente.
Stevie Rae se movió automáticamente, incluso antes de poder toma una decisión. Cuando llegó a él, sólo dudó un segundo. El se había desmayado boca abajo, así que le era fácil a ella, mover sus alas a un lado y sujetarlo por debajo de los brazos. El era grande, muy grande, tan grande como un hombre de verdad, y ella se preparó para que fuera pesado, pero no lo fue. En realidad, él era tan ligero que fue súper fácil llevarle, lo cual, era lo que ella estaba haciendo mientras su mente le gritaba: ¿Qué diablos? ¿Qué diablos? ¿Qué diablos?
¿Qué diablos estas haciendo?
Stevie Rae no lo sabía. Todo lo que sabía era lo que ella no estaba haciendo. Ella no iba a matar al cuervo Mocker.

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