viernes, 6 de noviembre de 2009

CAPITULO 7 - Tempted (TENTADA)

Stevie Rae


Sintiéndose como una completa gilipollas, Stevie Rae cerró de un golpe la puerta de la abadía y se retiró en la helada noche. Ella no estaba en realidad muy molesta con Zoey, o con la súper agradable, aunque un poco delirante monja. En realidad, ella no estaba molesta con nadie, solo consigo misma.
“¡Demonios! ¡Odio arruinar todo!" se gritó a si misma.
Ella no había tenido la intención de echar a perder las cosas realmente, pero parecía que se encontraba cavando a través de una pila de mierda que solamente se volvía cada vez más y más profunda y no importaba cuán rápido cavara.
Zoey no era una retrasada mental. Ella intuía que algo estaba mal. Eso era obvio, ¿pero cómo Stevie Rae podía comenzar a explicárselo? Había tanto que explicar. El era algo que tenia que explicar. Y ella nunca quiso tener que las cosas sucedieran de esa manera. Especialmente, no aquella parte del Cuervo Mocker. ¡Demonios! Antes de haberle encontrado casi muerto, no había pensado que era posible. ¡Si alguien antes se lo hubiese dicho, se habría reído y habría respondido, "Nope, ese no va a pasar!”
Pero ahora, eso era posible porque había ocurrido. El había sucedido.
Mientras Stevie Rae merodeaba por los suelos silenciosos de la abadía buscando a Erik, quien muy bien podría haber descubierto esto último, el secreto más terrible y quien realmente podría lanzarle una llave mecánica al motor del condenado tractor, ella intentó sacar en claro simplemente cómo diantres se había metido a sí misma en este lío tremendo. ¿Por qué ella lo había salvado? ¿Por qué no había gritado por ayuda de Dallas y de los demás y acabar con esto?
Eso es lo que ella había querido hacer antes de que el se desmayase.
Pero él había hablado. Y había sonado tan humano. Que ella no había podido matarle.
“¡Erik!” ¿Dónde diablos estaba? "¡Erik, ven aquí!” Ella hizo una pausa en su pelea interna y lo llamó en medio de la noche. ¿La noche? Stevie Rae entrecerró los ojos miró hacia el este y juró que podía ver la oscuridad allí comenzando a cambiar a un tono de ciruela madura el color antes del amanecer. “¡Erik! ¡Hora de reportarte!" Stevie Rae gritó una tercera vez. Se detuvo y miró con atención alrededor de los silenciosos terrenos de la abadía.
La mirada fija de Stevie Rae se deslizó hacia la casa verde que había sido convertida en un establo temporal para los caballos de Z y del resto de la pandilla que habían cabalgado la noche de su huída de la Casa de la Noche. Pero no era la Casa verde quien atrajo su atención. Era el cobertizo de aspecto inocente junto a ella lo que no podía dejar de mirar. El cobertizo parecía completamente normal – solamente era una cubierta para el edificio sin ventanas. La puerta ni siquiera estaba con llave. Ella debería de haberlo sabido. Había estado dentro de eso no hace mucho tiempo.
"Hey, ¿qué te pasa? ¿Viste algo por allí?”
“¡Oh, mierda!” Stevie Rae dio un salto y girándose, su corazón latiendo tan duro en su pecho que casi no podía respirar. “¡Erik! ¡Me diste un susto terrible! ¿Podrías hacer algo de ruido o algo antes de acercarte a alguien y lo aterres de esa manera?”
"Lo siento, Stevie Rae, pero tú me llamabas”
Stevie Rae cepilló un rizo rubio colocándolo detrás de su oreja e intentó ignorar el hecho de que su mano le temblaba. Ella no estaba preparada para andar por ahí sigilosamente y preocupada por todas las cosas que le ocultaba a sus amigos. Pero alzó su barbilla y se forzó a tranquilizarse, y la manera más fácil de hacer eso era morder en el trasero a Erik.
Stevie Rae entrecerró sus ojos en él. "Sí, te llamé porque se supone que tienes que estar adentro con todos los demás. De cualquier manera ¿Qué diablos haces todavía aquí afuera? Preocupas a Zoey – ¿quieres que ella este más estresada en estos momentos?"
“¿Zoey me andaba buscando?”
Con un esfuerzo, Stevie Rae no puso sus ojos en blanco para Erik. Él era taaaaan que daba coraje. Actuaba como el Sr. Novio Perfecto algunas veces, y entonces repentinamente cambiaba y se convertía en un idiota arrogante.
Iba a tener que contarle a Z sobre él – eso si Z aún quería escucharla. Las dos no habían sido exactamente cercanas últimamente. Demasiados secretos… Demasiados asuntos interponiéndose entre ellas...
“¡Stevie Rae! Préstame atención. ¿Dijiste que Zoey me andaba buscando?”
Stevie Rae puso sus ojos en blanco entonces. "Se-supone-que-tienes-que-estar-dentro. Heath, Dallas y el resto de los chicos lo están. Zoey sabe eso. Ella quiso saber dónde diablos estabas y por qué no estás donde se supone que debes de estar".
"Si ella estuviese tan preocupada pudo haber venido aquí afuera en persona".
“¡No dije que ella esta preocupada!” Stevie Rae explotó, exasperada con el egocentrismo de Erik. "Y Z tiene mucho más mucho en su plato que estar aquí fuera haciendo de ‘niñera’ contigo".
"No necesito a una maldita niñera".
“¿En serio? ¿Entonces por qué tuve que venir a buscarte?”
"No lo sé, ¿por qué lo hiciste? Estaba a punto de entrar. Sólo quería hacer un barrido más del perímetro. Pensé que sería inteligente comprobar lo que Heath había revisado. Sabes que los humanos no pueden ver ni mierda por la noche".
"Johnny B no es humano y él estaba con Heath". Stevie Rae suspiró. "Sólo entra. Consigue algo que comer y algo de ropa seca. Una de las monjas te dirá donde puedes dormir. Haré una comprobación más por el terreno antes de que el sol suba"
"Si, el sol se asoma," Erik añadió, entrecerrando los ojos mirando el cielo.
Stevie Rae siguió su mirada fija, y con un sentido de Dios mío-cuán distraída puedo estar, se dio cuenta de que llovía otra vez, la temperatura estaba en la línea entre lo helado o la congelación, así pues el cielo, otra vez, escupía hielo.
"No necesitamos este clima de mierda," Stevie Rae masculló.
"Bien, al menos eso ayudará a cubrir la sangre de los Cuervos Mockers," respondió Erik.
La mirada fija de Stevie Rae fue rápidamente a la cara de Erik. ¡Mierda! ¡Ella aun no había pensado en la sangre! ¿Habrán podido rastrear la sangre en el cobertizo? ¡Hablando de dejar un camino deslumbrante que gritase Aquí estoy!
Ella se percató que Erik esperaba que dijese algo. "Sip, um, estás en lo correcto. Tal vez intente patear algo de hielo y ramas rotas para cubrir la sangre de esas tres aves," ella dijo con forzada indiferencia.
"Probablemente sea una buena idea en caso que algún humano en verdad aparezcan durante el día. ¿Quieres algo de ayuda?”
"No," contestó demasiado rápido, y entonces se obligó a encogerse de hombros.
"Con mis habilidades de súper vampiro rojo sólo me tomará un segundo. No es gran cosa".
"Bien, entonces". Erik comenzó a alejarse pero vaciló. "Hey, podrías darle una mirada adicional a las marcas de sangre que se encuentran al borde del límite del bosque por el camino al lado de los condominios. Es bastante repugnante".
"De acuerdo, sí, conozco muy bien el lugar”. Ella sí que lo sabía.
“Oh, y, ¿dónde me dijiste que estaba Zoey?”
"Uh, Erik, no creo haberte dicho eso".
Erik frunció el ceño, y espero, y como Stevie Rae continuó viéndole, finalmente preguntó, “¿Bien? ¿Dónde está?”
"La última vez que la vi ella se encontraba charlando con la hermana María Ángela y Heath en el vestíbulo fuera del sótano. Pero supongo que a esta hora ella debe estar comprobando si Stark está dormido. Ella se veía cansada como el infierno".
"Stark..." Erik masculló algo ininteligible tras el nombre del chico, y caminó hacia la abadía.
“¡Erik!” Stevie Rae lo llamó mientras silenciosamente se maldecía a sí misma por se tan estúpida como para haber mencionado a Heath o Stark. Esperó a que él la mirase por encima de su hombro y entonces le dijo, "Como BFF de Z, déjame darte un pequeño consejo: Ella ha pasado por mucho hoy como para querer tratar con cuestiones amorosas. Si está con Heath es porque quiere asegurarse de que él se encuentra bien – no porque ella esté acaramelada con él. Lo mismo va por Stark".
“¿Y?” Erik respondió, su cara inexpresiva.
"Y eso quiere decir que deberías conseguir algo de comer, cambiarte de ropa, y deberías llevar tu culo e irte a dormir sin ir a buscarla y molestarla".
"Ella y yo estamos juntos, Stevie Rae. Salimos. ¿Entonces cómo puede ser que su novio quien se preocupa por ella y que quiere estar con ella, sea considerado una molestia?
Stevie Rae reprimió una sonrisa. Zoey iba a comérselo como desayuno, escupirlo, y continuar su días. Ella se encogió de hombros. "Lo que digas. Simplemente acabo de darte un pequeño consejo, eso es todo".
"Sí, bien, hasta luego". Erik se giró y avanzo con pasos fuertes hacia la Abadía.
"Para ser un tipo listo, toma algunas decisiones estúpidas," Stevie Rae susurró suavemente mientras observaba como su amplia espalda desaparecía de su vista. Me recuerda lo que mi mamá le diría a un cerdo lo llamaría ‘mofeta apestosa’".
Suspirando, la mirada fija de Stevie Rae se movió de mala gana por la hilera de tachos de basura camuflada por su ubicación junto al aparcamiento de las monjas. Apartó su mirada, no queriendo pensar sobre los terribles cuerpos arrugados que habían sido echados allí. "Con la basura". Dijo las palabras lentamente, como si estas pesaran. Stevie Rae admitió para sí misma que Zoey y la hermana María Ángela podrían haber tenido parte de razón en la mini sesión de consejería con ella, pero eso no hizo que lo que le habían dicho fuera menos molesto.

Bueno, seguro, ella había reaccionado en forma exagerada, pero imaginarse a los chicos poniendo los cuerpos de los cuervos Mockers en la basura realmente la habían sacudido, y no sólo por él. Sus ojos se deslizaron por encima del cobertizo que se hallaba silencioso al lado de la casa verde.
Lo que habían hecho con los cuerpos de los cuervos Mockers la había molestado porque ella creyó que no se debía menospreciar la vida – en cualquiera de sus formas. Era algo peligroso pensar como alguien con un poder divino y que así poder decidir quién era digno de vivir y quién no. Stevie Rae lo sabia mejor que la monja o que Zoey, podrían. No sólo su vida sino también su muerte fue estropeada por una Suma Sacerdotisa que había comenzado a creer que era una diosa, pero incluso Stevie Rae había pensado que ella tenía derecho de apagar de un soplo las vidas según sus necesidades o sus antojos. El sólo hecho de recordar cómo había quedado atrapada entre la cólera y la violencia la hizo sentirse enferma.
Había dejado esos tiempos oscuros – había escogido el bien, la luz y a la Diosa, y ese era el camino en el que se encontraba. Así que cuando alguien decidía que una vida no significaba nada, cualquier vida, esto la trastornaba.
O al menos eso fue lo que Stevie Rae se dijo a sí misma mientras comenzó a caminar a través de los terrenos de la abadía, alejándose completamente del cobertizo del huerto.
Mantén la calma, chica. . Mantén la calma. . . continuó repitiendo mientras se dirigía por la zanja hacia la línea de arboles, dirigiéndose directamente hacia las manchas de sangre que recordaba muy bien. Encontró una rama gruesa, quebrada que todavía sostenía un montón de ramitas unidas a ella, la levanto fácilmente, contenta de usar la fuerza adicional que venia con su nueva condición de vampiro rojo. Usando la rama como una escoba, removía ligeramente la sangre, deteniéndose de cuando en cuando para coger otra rama quebrada, o apilar a un lado algún arbusto derrumbado de acebo, sobre las reveladoras piscinas carmesí.
Siguiendo un camino anterior, giró hacia la izquierda, lejos de la calle y de regreso por el césped de las monjas, manteniéndose dentro de la valla. No había ido lejos cuando, al igual que antes, Stevie Rae encontró una gran mancha de sangre.
Sólo que esta vez no había un cuerpo tendido sobre ella.
Distrayéndose canturreo la canción de Kenny Chesney "(baby) You save me," apresuradamente limpió la sangre y luego siguió su rastro que supo que encontraría, patearía hielo y colocaría ramas sobre las pruebas, cuando las gotas de sangre la condujeron directamente al pequeño cobertizo del huerto.
Clavó duramente los ojos en la puerta, suspiró, y luego se alejó caminando alrededor del cobertizo hacia la casa verde. La puerta estaba sin llave y el picaporte giró fácilmente. Entró en el edificio e hizo una pausa, inspirando profundamente y permitiendo que los perfumes de la tierra y de las rosas cultivadas, mezcladas con el olor de los tres caballos que ahí se alojaban apacigüen sus sentidos, mientras el calor del lugar desheló la helada humedad que parecía haber penetrado en su alma. Pero ella no se permitió descansar allí por mucho tiempo. No podía. Tenía un asunto que atender y no había mucho tiempo antes del amanecer. Aun si el sol iba a ser cubierto por nubes y hielo, era todavía incomodo para un vampiro rojo pues podía ser capturado, estando al descubierto y siendo vulnerable, durante el día.
No le tomó a Stevie Rae mucho tiempo para encontrar lo que necesitaba. A las monjas obviamente les gustaba la vieja manera de hacer las cosas en la escuela. En lugar de un sistema moderno de mangueras, de interruptores eléctricos, y chunches metálicos, las hermanas contaban con cubos y cazos, regaderas con largas boquillas, agujereadas que se usaron para regar amablemente los brotes tiernos, y montones de herramientas que fueron obviamente tan usadas como cuidadas. Stevie Rae llenó un cubo de agua de uno de los muchos grifos, cogió un cazo, algunas toallas de un montón limpio que encontró en un estante usado para almacenar guantes y macetas de repuesto con los que trabajaban en el huerto, y entonces, antes de salir hizo una pausa en su andar, clavo su mirada en una bandeja con musgo lo que le recordó a una alfombra gruesa, verde. Masticando su labio inferior y luciendo indecisa, sintió como su instinto peleó con su mente consciente, hasta que finalmente cedió y levantó una larga hilera de musgo. Entonces, mascullando que no sabia lo que estaba haciendo, Stevie Rae abandonó la casa verde y regresó al cobertizo.
Se detuvo en la puerta y se concentro– eso era la clave de toda su habilidad como depredadora, en sentir, oler, ver a alguien, cualquier cosa acechando alrededor. Nada. Nadie estaba afuera. La nevisca y la hora tan temprana mantenían a todo el mundo guarnecido, calientes y a salvo en su interior.
"Todo mundo con cualquier sentido común," se refunfuñó.
Ella dio una mirada más alrededor, cambió su carga de modo que tuviera una mano libre, luego cogió el picaporte de la puerta. Bueno – de acuerdo. Simplemente ve ahí. Tal vez él ya está muerto y no tendrás que tratar con este gran error que imbécilmente cometiste.
Stevie Rae dio un clic bajando el picaporte y empujo para abrir la puerta.
Automáticamente, arrugó su nariz. Se sobresaltó ante la simplicidad terrosa de la casa verde, era una pequeña construcción que olía a gas, a petróleo y moho todo mezclado con el mal olor de su sangre.
Ella lo había dejado al otro extremo del cobertizo, detrás del tractor corta césped y de los estantes que guardaban los instrumentos para cuidar el césped, como las podadoras del huerto, el fertilizante, y partes de repuesto de la regadera. Miró detenidamente detrás de eso y vagamente pudo vislumbrar una forma oscura, pero no se movía. Intentó agudizar el oído pero no oyó nada excepto el hielo golpeando contra el techo.
Temiendo el momento inevitable de enfrentarle, Stevie Rae se obligó a entrar en el cobertizo y cerrar la puerta tras ella firmemente. Se abrió paso rodeando el tractor y los estantes hasta la criatura que yacía en el extremo más alejado del cobertizo. No le pareció que él se hubiera movido desde que lo llevara cargando y arrastrando allí hacía un par de horas y literalmente lo lanzase en esa esquina de atrás. Yacía arrugado sobre si mismo, acurrucado en una embarazosa posición fetal sobre su lado izquierdo. La bala que había ingresado por su pecho había salido por su ala, causándole un gran daño. La enorme ala negra estaba ensangrentada, destrozada, e inútil cubriendo su cuerpo. Stevie Rae también pensó que uno de sus tobillos podía estar fracturado, ya que se encontraba horrendamente hinchado y, aun en la oscuridad del cobertizo, lo podía ver amoratado. En verdad, su cuerpo por entero se veía muy lastimado, lo cual no fue una gran sorpresa. Él había sido abatido desde el cielo al recibir disparos, los grandes y antiguos robles al borde de la propiedad de la abadía lo habían lastimado muchísimo en su caída pero no lo habían matado inmediatamente, realmente ella no tenia forma de saber qué tan mal herido estaba. Con todo, supo que tenía las costillas quebradas por como se veían desde fuera. Por lo que veía, estaba muerto. Se veía muerto. Observó su pecho y no podía estar cien por ciento segura, pero no creía que ese pecho se moviera respirando. Él estaba probablemente muerto. Se mantuvo clavando sus ojos en él, renuente a acercarse, e incapaz de darse vuelta y marcharse de allí.
¿Estaba volviéndose loca? ¿Por qué no se detuvo a pensar antes de haberle arrastrado hasta aquí? continuó mirándolo. Él no era humano. Tampoco un animal. No jugaría a Dios dejándole morir; Él nunca debería haber nacido.
Stevie Rae se estremeció. Ella continuó de pie allí congelada en el horror de lo que había hecho. ¿Qué dirían sus amigos si se enterasen de que ella había escondido a un Cuervo Mocker? ¿Zoey le volvería la espalda? ¿Y qué repercusiones causaría la presencia de esta criatura en los novatos rojos, todos los novatos rojos? ¿Como si no tuviesen suficientes cosas oscuras y diabólicas con las que tratar?
La monja había estado en lo correcto. No debía provocar lastima. Llevaría las cosas de regreso a la casa verde, entrar en la abadía, buscar a Darius y decirle que había un cuervo Mocker en el cobertizo. Entonces dejaría al guerrero cumplir con su trabajo. Si él no estaba aún muerto, Darius se encargaría del asunto. En verdad sacaría al tipo alado de su miseria. Dejó escapar un largo suspiro del que no se había dado cuenta que lo había estado reteniendo aliviada con su decisión, y esos ojos rojos se abrieron y se encontraron con los suyos.
"Termina conmigo..." La voz de Cuervo Mocker era débil y llena de dolor, pero era clara, absoluta, e innegablemente humana.
Y fue por eso. Stevie Rae se percató que ese era el motivo por el que no había llamado a Dallas y a los demás cuando lo había descubierto. Cuando él le habló y le pidió que lo matase, había sonado como a un chico auténtico – uno al que lo habían herido, abandonado y que estaba asustado. Ella no había podido matarlo entonces, y no podía volverle la espalda ahora. Su voz significaba mucho, porque si bien; él se parecía a un ser que no debería ser posible, él sonaba como una persona normal que estaba tan desesperada y en tanto dolor que esperaba que le ocurriese lo peor.
No, eso estaba equivocado. Él no esperaba que lo peor le ocurriese, el quería que le sucediera. Lo que le había sucedido era tan horrible que él no podía ver otra salida a eso, excepto su propia muerte.
Y Stevie Rae, comprendía que el no era el culpable de lo que había sucedido, y eso ante sus ojos, lo volvía en algo muy pero muy humano. Y ella alguna vez, había estado en su posición. Comprendía la desesperanza.

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