miércoles, 26 de mayo de 2010

Capítulo 26 - BURNED (Quemada)

Stark
Traducido por Ana

Stark retrocedió, tambaleandose, instintivamente cogio su propio sable, así que por accidente y por instinto desvió el golpe del Otro, que era el mismo, pero a la vez no lo era.
“¿Por qué estás haciendo esto?” gritó Stark.
“Ya te lo dije. La única forma de que logres entrar aquí, es matandome, y no voy a morir.”
Los dos Guerreros se rodearon con cautela. “¿Sobre qué diablos hablas? Eres yo. Así que si entro ahí, ¿cómo puedes morir?”
“Soy parte de ti. Esa parte no-tan-buena. O tú eres una parte de mí, la parte buena, y odio decir eso siquiera. No actúes como un idiota. No es como si no supieras sobre mí. Me sacaste de ti y te juraste a esa puta santurrona. Nos conocíamos mucho mejor.”
Stark miró, viendo el tinte de rojo en sus ojos y la fuerte sonrisa de su propia cara. La sonrisa todavía estaba ahí, pero la altanería se había vuelto cruel, haciendo sus rasgos familiares y desconocidos al mismo tiempo.
“Eres mi yo malo”
“¿Malo? Eso solo es cuestión de en qué lado estás, ¿no? Y desde el lado en el que estoy ahora mismo, no parezco tan malo”. Riendo, el Otro continuó. “’Malo’ es una palabra que ni se acerca a describir mi potencial. La maldad es un lujo. Mi mundo está lleno de cosas que estan más allá de tu imaginación.”
Stark empezó a negar con su cabeza, queriendo negar lo que estaba oyendo, y su concentración decayó. El Otro le golpeó otra vez, cortando un surco bajo su bícep derecho.
Stark alzó el sable defensivamente, sorprendido de que hubiera una extraña quemadura que no dolía, en su brazo.
“Sí, no duele mucho, ¿no? Aún. Eso es porque la hoja es demasiado afilada para dañar. Pero compruébalo, estás sangrando. Mucho. Es solo cuestión de tiempo que no puedas mantener levantada esa espada. Entonces estarás listo, y me ocuparé de ti de una vez por todas”. El Otro continuó. “O quizás juguemos. ¿Qué te parece que me divierta y te despelleje vivo, trozo a trozo hasta que no seas más que una carcasa sangrante a mis pies?”
Desde su visión periférica, Stark pudo ver que el calor que sentía era la calidez de la sangre que estaba bombeando de las dos heridas.
El Otro tenía razón. Estaba perdiendo.
Pero el tenía que luchar, y tenía que hacerlo ahora. Si seguía dudando, si continuara a la defensiva, él moriría.
Con una acción totalmente instintiva, Stark arremetió, contra su viva imagen, con todo, buscando una abertura en su guardia, pero la versión de ojos rojos bloqueó cada movimiento fácilmente. Y entonces, como una cobra, contraatacó, deslizándose a través de las defensas de Stark y abriendo una gran herida en un muslo.
“No puedes vencerme. Conozco todos tus movimientos. Soy todo lo que tú no eres. Esa mierda de la bondad te ha hecho débil. Por eso no podras proteger a Zoey. Amarla te hizo débil”.
“¡No! Amar a Zoey es lo mejor que he hecho en mi vida”.
“Sí, bueno, será lo último que hayas hecho en tu vida, eso es por…”
Stark había vuelto a su cuerpo. Abrió los ojos para ver a Seoras sobre él, con un puñal en una mano, y la otra contra su frente.
“¡No! ¡Tengo que regresar!” chilló. Sintió como si su cuerpo ardiera. El dolor en sus costados era increíble, su fuerza bombeó adrenalina por su sistema. Su primer instinto fue ¡moverse! ¡Alejarse! ¡Luchar!
“No, chico. Recuerda que no puedes moverte” dijo Seoras.
El aliento de Stark venía rápido y difícil mientras obligaba a su cuerpo a permanecer ahí — quedarse ahí.
“Hazme volver,” le dijo al Guardián. “Tengo que volver.”
“Stark, escúchame”. De repente la cara de Afrodita estaba sobre él. “Heath es la llave. Tienes que llegar hasta él antes de ver a Zoey. Dile que tiene que seguir adelante. Tiene que dejar a Zoey en el Otro mundo, o ella nunca volverá.”
“¿Qué? ¿Afrodita?”
Ella agarró su brazo y puso su cara muy cerca de la suya. Pudo ver la sangre en sus ojos y se sacudió al darse cuenta de que debía de haber tenido una visión.
“Confía en mí. Llega hasta Heath. Haz que se vaya. Si no lo haces, no habrá nadie que detenga a Neferet y Kalona, y todo se acabará para todos nosotros”.
“Si va a volver, debe irse ahora,” dijo Seoras.
“Devuélvele allí,” dijo Sgiach.
Los lados brillantes alrededor de la visión de Stark empezaron a ponerse grises, y luchó contra ser expulsado otra vez.
“¡Espera! Dime. ¿Cómo—cómo lucho contra mí mismo?” Stark se las arregló para jadear.
“Ach, es muy simple. El Guerrero en ti debe morir para dejar nacer al Chamán”
Stark no podía decir si las palabras de Seoras eran una respuesta a su pregunta o si venían de su memoria, y no había tenido tiempo para darse cuenta.
En menos de un latido, Seoras agarró su cabeza tan fuerte que parecía un tornillo y arrastró la hoja a través de los párpados de Stark. En un abrasador y deslumbrante flash, él estaba una vez más enfrentándose a sí mismo como si nunca se hubiera ido. Aunque algo desorientado por el dolor del último corte del Guardián, Stark se dio cuenta de que su cuerpo estaba reaccionando más rápido de lo que su mente podía comprender, y se estaba defendiendo fácilmente del ataque de su propio yo. Era como si la línea del último corte hubiera revelado una geometría de líneas en el corazón del Otro que Stark no había conocido nunca antes, y, porque no lo había sabido, quizá el Otro tampoco lo sabía. Si era así, tenía una oportunidad, sólo una.
“Puedo hacer esto todo el día. Tú no puedes. Maldición, mi culo es demasiado fácil de patear.” El Stark de ojos rojos se rió arrogantemente.
Mientras reía, Stark embistió, siguiendo una línea de golpe que el dolor y la necesidad había revelado, alcazando el exterior del antebrazo de aquel que tenia su propia cara.
“¡Joder! Me has sacado sangre. ¡Crei que nunca ibas a lograrlo!”
“Sí, bueno, ese es uno de tus problemas, eres demasiado arrogante.” Stark vio la duda que ondeó en su contendiente, su propio yo; y un atisbo de comprensión susurró en su mente. Siguió ese pensamiento tan naturalmente mientras alzaba el sable a la defensiva y alcanzó a ver las líneas de golpe en su cuerpo. “No, no es que seas demasiado arrogante. Soy yo. Yo soy arrogante.”
Su imagen identica se tambaleó. Entonces Stark comprendió completamente, y siguió avanzando. “Tambien soy egoísta. Así es como maté a mi mentor. Era demasiado egoísta para dejar que alguien me venza en nada”
“¡No!” El Stark de ojos rojos gritó. “Ese no eres tú, ese soy yo.”
Viendo la abertura, Stark golpeó otra vez, cortando un lado del Otro. “Estás equivocado y lo sabes. Eres lo malo sobre mí, pero aún eres yo. El Guerrero no sería capaz de admitirlo, pero el Chamán que hay en mí está empezando a entenderlo.” Mientras Stark hablaba, avanzó implacablemente hacia adelante, golpeando a su imagen identica. “Somos arrogantes. Somos egoístas. A veces somos malos. Tenemos un maldito temperamento, y cuando nos enfadamos, guardamos rencor.”
Las palabras de Stark parecieron provocar algo en el Otro, y respondió con una velocidad casi más allá de lo creíble, atacando a Stark con una habilidad y ganas incontenibles. Oh, Diosa, no. No dejes que mi boca haya estropeado esto.
Mientras Stark apenas se defendía del violento ataque, se dio cuenta de que estaba actuando de forma demasiado racional, demasiado predecible. La única forma posible de derrotarse era hacer lo que el Otro no esperaría.
Tengo que darle una oportunidad para que me mate.
Mientras el Otro daba golpes para vencerle, Stark sabía lo que debía hacer. Eso. Fingió caerse hacia su izquierda. Sin parar un momento, el Otro fue a por esa debilidad, lanzándose hacia adelante y haciéndose—por un instante— incluso más vulnerable que Stark.
Stark vio la línea de golpe, la geometría de la verdadera abertura y con una ferocidad de la que no se creía capaz, clavó la espada en el esqueleto del otro.
El otro yo de Stark cayó a sus rodillas. Jadeando por aire, apenas era capaz de coger el sable más tiempo.
“Así que ahora me matas, entras en el Otro mundo y consigues a la chica.”
“No. Ahora te acepto porque no importa cómo de prudente o bueno me las arregle para ser, siempre estarás en mi interior.”
Los ojos rojos se encontraron con los marrones una vez más. El Otro tiró su espada, y con un rápido movimiento se tiró hacia adelante, llevando el sable de Stark a su pecho. Con la cruda intimidad del momento el Otro exhaló, tan cerca de él que Stark respiró el último dulce aliento del Otro.
El estomago de Stark se revolvió y presiono con fuerza. ¡A sí mismo! ¡Se había matado a sí mismo! Sacudiendo la cabeza en terrible comprensión, chilló, “¡No! Yo…” Incluso cuando gritó la negación, el Stark de ojos rojos sonrió de manera cómplice, y a través de los labios manchados de sangre susurró, “Volveré a verte, Guerrero, antes de lo que piensas”.
Stark bajó al Otro a sus rodillas, arrancando la gran espada simultáneamente de su pecho.
El tiempo se detuvo mientras la divina luz del reino de Nyx se concentraba en la espada, brillando con su sangre y cegando a Stark, exactamente como el último corte de Seoras, que había abrasado su visión, y milagrosamente, por un momento, era como si el viejo Guardián estuviera a su lado y también del Otro, mientras los tres miraban hacia la espada.
Seoras habló sin despegar los ojos de la empuñadura. “Aye, esa espada sera la que te forje como Guardian, chico, una espada forjada en caliente sangre y húmeda, será utilizada sólo en defensa del honor, blandida por un hombre que ha elegido proteger a una Ace, una bann ri, una reina. Tu espada es tan afilada, que será capaz de cortar sin causar dolor, y el Guardián que coja esta hoja golpeará sin compasión, miedo ni desgracia, contra aquellos que profanen nuestro gran linaje.”
Anonadado, Stark toco la claymore
[1], permitiendo a la empuñadura llena de joyas atrapar la luz mientras el Guardián de Sgiach continuaba, “Los cinco cristales, colocados en cuatro esquinas, y el quinto en el centro con una piedra de corazón, crean un pulso constante en sincronía con el latido del corazón de su Guardián, si es un Guerrero elegido que guarda el honor sobre la vida.” Seoras paró, por fin desviando la vista del claymore. “¿Eres ese Guerrero, chico? ¿Serás un verdadero Guardían?”.
“Quiero serlo,” dijo Stark, intentando tocar la espada, y que se acompase a los latidos de su corazón.
“Entonces siempre debes actuar con honor y enviar al que has derrotado a un lugar mejor. Si puedes hacer esto como un Guardián y no como un chico… si tienes sangre, alma y espíritu verdaderos, hijo, encontrarás que el último horror será la facilidad con la que aceptaras y ejecutaras este servicio eterno. Pero tienes que saber que no hay vuelta atrás, pues esta es la ley y orden para muchos Guardianes puros, sin rencillas, malicia, prejuicios ni venganza, sólo tu fe inquebrantable en tu honor puede ser tu recompensa, sin garantía de amor, felicidad ni recompensas. Después de nosotros no hay nada.” En los ojos de Seoras, Stark vio resignación eterna. “Llevarás esto por toda la eternidad, ¿a quién protegerás como Guardián? Ahora que ya sabes la verdad. Decide, hijo”.
La imagen de Seoras desapareció, y el tiempo empezó otra vez. El Otro estaba sobre sus rodillas delante de él, mirándole fijamente con ojos que tenían miedo y aceptación.
Muerte con honor. Mientras Stark pensó las palabras, la empuñadura del claymore se calentó en sus manos con un latido que reflejó los de su corazón. Cerró su otra mano en el puño, deleitándose con la sensación.
Entonces el peso de la hoja se convirtió en una fuerza vital, muy aparte de la suya, llenando a Stark con una terrible y maravillosa fuerza y sabiduría. Sin pensar, sin emoción, utilizó el arco de una luna creciente para distribuir el golpe de muerte, clavando la hoja de forma escalofriante en el Otro, cortándole limpiamente desde la entrepierna.
Hubo un gran suspiro, y el cuerpo desapareció.
Toda la extensión de la brutalidad de Stark cayó sobre él. Tiró el claymore y cayó sobre sus rodillas.
“¡Diosa! ¿Cómo pude hacer eso y ser honorable?”
Su cabeza daba vueltas, Stark se arrodilló en el suelo, respirando fuerte. Miró a su cuerpo, esperando encontrar enormes heridas en su carne, y sangre, mucha sangre.
Pero estaba equivocado. Estaba totalmente libre de cualquier herida física. La única sangre que vio, estaba en la tierra de debajo de él. La única herida que quedaba era la memoria de lo que acababa de hacer.
Casi por su voluntad, su mano encontró la empuñadura de la gran espada. Viendo en su memoria el golpe mortal que había repartido, la mano de Stark tembló, pero lo agarró fuertemente, encontrando calidez y el eco del latido de su corazón.
“Soy un Guardián”, susurró. Y con esas palabras vino una verdadera aceptación de sí mismo, y finalmente, comprensión. No se trataba de matar al mal, nunca era sobre eso. Era sobre controlarlo. Eso era lo que un verdadero Guardián hacía. No negaba la brutalidad, la ejercía con honor
Stark inclinó la cabeza de forma que esta, descansara sobre el claymore de Guardian.
“Zoey, mi As, mi bann ri shi’, mi reyna—elijo aceptar todo esto y seguir el camino del honor. Esa es la única forma de ser el Guerrero que necesitas que sea. Lo juro.”
Con el juramento de Stark todavía flotando en el aire a su alrededor, el corredor abovedado que era el límite del Otro mundo de Nyx desapareció, junto con el claymore de Guardián, dejando a Stark solo, desarmado, y de rodillas enfrente del bosquecillo de la diosa y la etérea belleza del árbol colgante.
Stark se levantó con gran dificultad, caminando automáticamente hacia el bosque. Su único pensamiento fue que tenía que encontrarla, a su reina, su Zoey.
Pero a medida que se acercaba al bosque, Stark aflojó el paso y finalmente se detuvo.
No. Estaba empezando mal. Otra vez.
No tenía que encontrar a Zoey, sino a Heath. Por más ‘dolor-en-el-culo’ que Afrodita pudiera ser, sabía que sus visiones eran reales. ¿Qué demonios dijo? Algo sobre que Heath tenía que ocuparse de que Zoey volviera.
Stark pensó en eso. Por mucho que le doliera admitirlo, podía entender por qué lo que Afrodita había visto era la verdad. Zoey había estado con Heath desde que eran niños. Ella le había visto morir, lo que había dañado tanto, que su alma se hizo añicos. Si pudiera estar aquí, entera y con Heath…
Stark miró alrededor, y como ya estaba conectado al claymore, este le ayudo a ver la verdad. El reino de Nyx era increíble. El bosque estaba directamente enfrente de él, aunque podía sentir la extensión del lugar, y supo que el reino de Nyx era más grande que este sitio. Pero, honestamente, por sí mismo el bosque era suficiente, verde y acogedor, era como un refugio para su espíritu.
Incluso después de haber llegado aquí, conociendo sus responsabilidades como Guardián de Zoey, y entendiendo que su misión estaba lejos de terminar, Stark quería entrar en el bosque, respirar profundamente y dejar a su paz llenarle. Añade la presencia de Zoey a todo eso y estaría más que contento de estar ahí por al menos un poco de la gran eternidad.
Así que, sí Heath era quien devolvería a Zoey, ella no iba a dejarle ir. Stark pasó una mano por su cara. Odiaba admitirlo, le rompia el corazón admitirlo, pero Zoey amaba a Heath, quizá más de lo que le amaba a él.
Stark se agitó mentalmente. ¡El amor que sentía por Heath no importaba! Zoey tenía que volver, hasta la visión de Afrodita decía eso. Y seguro, si Heath no estuviera involucrado, probablemente sería capaz de convencerla de volver con él. Era ese tipo de chica, se preocupaba más por sus amigos de lo que se preocupaba por sí misma.
Eso era exactamente por qué Heath tendría que dejarla ir, y no a la inversa.
Así que debía encontrar a Heath y convencerle de devolver a la unica chica que él alguna vez había querido. Por siempre.
Mierda.
Imposible.
Pero también había sido imposible derrotarse a sí mismo y aceptar todo lo que eso significaba.
Así que piensa, ¡maldición! Piensa como un Guardián y no sólo actúes y reacciones como un niño estúpido.
Podía encontrar a Zoey. Lo había hecho antes. Y una vez encontrase a Zoey, Heath también estaría ahí.
La mirada de Stark se dirigió al árbol colgante. Este era más grande que el de Skye, y los trozos de tela que estaban atados a sus ramas siguieron cambiando de color y longitudes mientras se movían suavemente con la templada brisa
El árbol colgante se trataba de sueños, deseos y amor.
Bueno, él amaba a Zoey.
Stark cerró los ojos y se concentró en Zoey, en cuánto la quería y la echaba de menos.
El tiempo pasó… minutos, quizá horas. Nada. Ni una maldita cosa. Ni un vago presentimiento sobre dónde podría estar. No podía sentirla.
No puedes rendirte. Piensa como un Guardián.
Si el amor no lo conducía hasta Zoey, ¿qué lo haría? ¿Qué era más fuerte que el amor?
Stark parpadeó con sorpresa. Ya tenía la respuesta. Le habían dado el título de Guardián y el claymore místico.
“Para un Guardián, el honor es más fuerte que el amor” dijo Stark en voz alta.
Apenas terminó de decir las palabras, un lazo dorado apareció directamente sobre él, en el árbol colgante. Brilló con una luminiscencia metálica, recordándole a Stark el par de muñequeras doradas que Seoras llevaba.
Cuando el lazo se desenredó, flotó libre del árbol y entró en el bosque, Stark no lo dudó. Siguio lo que indicaba su estomago y al pequeño recordatorio de honor, y camino con grandes pasos, tras él.


[1] Claymore: No se ha encontrado referencia, pero hemos decidido dejarle con ese nombre. Desde ahora, asi se le llamará a la espada o sable que Stark lleve.

0 comentarios:

Publicar un comentario