sábado, 15 de mayo de 2010

Capítulo 13 - BURNED (Quemada)

Rephaim
Traducido por Carmen


Rephaim supo el mismo instante en que la Oscuridad se materializó. Él había estado sentado sobre el balcón del tejado, comiendo una manzana, y mirando fijamente el cielo en la noche clara e intentando ignorar la presencia molesta del fantasma humano que había desarrollado una fascinación aciaga hacia él.
“¡Vamos, cuéntame! ¿Es realmente divertido volar?” la joven fantasma le preguntó en lo que probablemente Rephaim pensó era por centésima vez. “Tal parece que es divertido. Nunca tuve la oportunidad, pero apuesto a que volar con tus propias alas es mucho más entretenido que volar en un avión cualquier día.”
Rephaim suspiró. La niña hablaba más que Stevie Rae, lo cual era realmente impresionante. Irritante, pero impresionante. Él estaba tratando de decidir si debería continuar ignorándola y esperar a que ella finalmente se fuese, o planear algún plan alterno, ya que el ignorar a la chica no estaba funcionando. Pensó que quizás debería pedirle a Stevie Rae que hiciera cargo del fantasma, ya que ella hacía poco había cambiado su mente a la Roja. Sin embargo, a decir verdad, sus pensamientos nunca estuvieron alejados de ella.
“¿Es peligroso volar? ¿Quiero decir con tus alas? Apuesto a que se, porque estás lastimado, y haré una apuesta que fue porque volaba alrededor…”
La niña había estado balbuceando cuando la textura del mundo cambió. En ese primer, un momento de shock, él sintió la familiaridad que aquello le traía y creyó, por el espacio de un latido, que su padre había regresado.
“¡Silencio!” le rugió al fantasma. Se puso en pie y se giró rápidamente, sus ojos rojos resplandecientes mirando a la tierra oscura que le rodeaba, esperando más allá de las palabras poder vislumbrar las alas negro azabache de su padre.
El fantasma de la niña hizo un chirrido de impresión, se encogió de miedo alejándose de él, y desapareció.
Rephaim no le brindó ningún pensamiento. Estaba demasiado ocupado siendo bombardeado por una andanada de emociones y conocimiento.
Primero vino el conocimiento. Supo casi inmediatamente que no fue su padre al que había detectado. Sí, Kalona era poderoso, y por mucho tiempo se había aliado a la Oscuridad, pero la perturbación de este inmortal hacía que el mundo fuera diferente; era mucho más poderoso. Rephaim lo podía sentir por la excitada respuesta de las cosas oscuras ocultas en la tierra, espectros que este mundo moderno de luz artificial y magia electrónica hecho por el hombre había olvidado. Pero Rephaim no los había olvidado, y en lo más profundo de las sombras de la noche, él vio ondas y estremecimientos, y estuvo confundido por esa reacción.
¿Qué podría ser lo suficientemente poderoso como para despertar a los espectros escondidos?
Entonces el terror de Stevie Rae lo golpeó. Fue la crudeza de su terror unida a la excitación de los espectros, y el instante de familiaridad inicial, lo que le dio a Rephaim la respuesta.
“¡Por todos los dioses, la Oscuridad misma se ha introducido en esta área!” Rephaim se movió antes incluso de haber tomado la decisión consciente de moverse. Salió precipitadamente por las puertas principales de la mansión dilapidada, apartándolas con su brazo indemne como si estuvieran hechas de cartón, sólo para detenerse en el amplio porche delantero.
Él no tenia idea de donde debería ir.
Otra ola de terror lo sumergió. Experimentando esto con ella, Rephaim supo que Stevie Rae estaba paralizada por su miedo. Un horrible pensamiento llenó su mente: ¿La Oscuridad fue conjurada por Stevie Rae? ¿Cómo podría ella? ¿Por qué lo haría?
La respuesta para la más importante de las tres preguntas llegó tan rápidamente mientras lo pensaba. Stevie Rae haría casi cualquier cosa si creyese que traería de vuelta a Zoey.
El corazón de Rephaim tronó, y su sangre bombeó duro y rápido por su cuerpo. ¿Dónde estaba? ¿En La Casa de Noche?
No, sin duda alguna no. Dónde ella había conjurado la Oscuridad seguramente, no sería en una escuela devota a la Luz.
“¿Por qué no viniste a mí?” Él gritó su frustración hacia la noche. “Conozco a la Oscuridad; ¡tú no!”
Excepto que en el momento en que habló, admitió para sí mismo que él estaba equivocado. Stevie Rae había sido tocada por Oscuridad cuando ella había muerto. Él no la había conocido entonces, pero él había conocido a Stark y había presenciado por su cuenta como la Oscuridad rodeaba la muerte y resurrección de un novato.
“Sin embargo, Ella escogió la Luz.” Él habló suavemente esta vez. “Y la Luz siempre subestima la maldad de la Oscuridad.”
El hecho de que él viva era un ejemplo de eso.
Stevie Rae le necesitaba esta noche, mal. Ese fue también un hecho.
“Stevie Rae, ¿dónde estás?” Rephaim masculló.
Sólo el despertar inquieto de los espectros le contestó.
¿Podría él obligar a un espectro para que lo condujese a la Oscuridad? No – descartó la idea rápidamente. Los espectros iban a la Oscuridad si ésta les llamase. Aparte de eso, muchos de los espectros prefirieron alimentarse de los vestigios del poder de la oscuridad desde lejos. Y él no podría permitirse el lujo de esperar por ahí a que la Oscuridad los llamase. Él necesitaba resolver—
“¡REPHAIM!”
El grito de Stevie Rae hizo eco misteriosamente a su alrededor. Su voz llena de dolor y desesperación. El sonido de eso partió su corazón. Supo que sus ojos destellaron en rojo. Quiso rasgar y desgarrar y destruir. La neblina de furia de color escarlata comenzó a aplastarlo, casi como alivio a toda su furia. Si se entregarse a la ira completamente se convertiría más en bestia que en hombre, y este temor excepcional e incómodo que había comenzado a sentir por ella sería ahogado completamente por el instinto y la violencia sin control, que podría apaciguar atacando a humanos indefensos en cualquiera de las casas oscuras que rodeaban el museo sin vida. Por un instante estaría saciado. Por un momento no sentiría nada.
¿Y por qué no entregarse a la furia que tantas veces consumió su vida? Costaría menos esfuerzo–era tan familiar–estaría a salvo.
Si cedo a la furia, será el fin de esta conexión que tengo con ella. El pensamiento envió ondas de shock por su cuerpo. Las ondas se volvieron motas brillantes de luz que quemó la neblina roja que le cubría como una túnica su vista.
“¡No!” gritó, permitiendo que la humanidad en su voz hiciera retroceder a la bestia dentro de él. “Si yo la abandono a la Oscuridad, ella morirá.” Rephaim respiró lentamente, en cortos alientos. Tenía que calmarse. Él tenía que pensar. La neblina roja continuó disipándose, y su mente comenzó a razonar de nuevo. ¡Tengo que usar nuestra conexión y nuestra sangre!
Rephaim se obligó a estar quieto y aspirar la noche. Supo lo que él debía hacer. Tomó un aliento más profundo, y entonces comenzó: “Invoco el poder del espíritu de los antiguos inmortales, el cual es mío por derecho de nacimiento y le ordeno.” Rephaim se preparó duramente para el drenaje de energía que la invocación causaría en su cuerpo no curado, pero mientras extraía el poder de las sombras de la noche, estuvo sorprendido de sentir una oleada de energía. La noche a su alrededor pareció aumentar, palpitando con el poder crudo y antiguo. Se sintió enfermo de aprehensión pero se obligó a continuar, canalizando el poder a través de él, preparándose. Pero mientras lo llenaba, su cuerpo fue consumido con una energía tan aguda, tan cruda, que hizo a Rephaim caer de rodillas.
El primer indicio de que algo milagroso ocurría fue cuando se dio cuenta de que él automáticamente había lanzado sus brazos hacia delante para refrenarse–y ambos brazos respondieron, incluso aquel que había estado quebrado y atado a su pecho en un cabestrillo.
Rephaim se quedó allí de rodillas, temblando y estirando ambos brazos por delante de él. Su aliento se aceleró mientras flexionaba sus manos.
“¡Más!” dijo entre dientes. “¡Ven a mí!”
La energía oscura surgió en él otra vez, una corriente viva de electricidad fría a la que él puso máximo empeño en contener. Rephaim supo que lo que residía en su interior era diferente a cualquier cosa que hubiera sentido antes de invocar los poderes del linaje de su padre al cual tenía acceso, pero él no era ningún joven inexperto. Por mucho tiempo había traficado con sombras y las cosas inmundas que llenaban la noche. Alcanzando profundamente dentro de él, el Cuervo Mocker inhaló la energía, como el aire de la noche en pleno invierno, y luego abrió sus brazos amplios al tiempo que extendía sus alas.
Ambas alas respondieron.
“¡Sí!” Su grito jovial causó que las sombras se contorsionasen y temblaran en el éxtasis.
¡Él estaba completo de nuevo! ¡Su ala estaba completamente curada!
Rephaim se puso en pie. Con las alas negras completamente extendidas, parecía la magnifica escultura de un dios, repentinamente cobrando vida. Su cuerpo vibrando con poder, el Cuervo Mocker continuó la invocación. El aire ardía en escarlata como si una niebla fosfórica de sangre le rodease. Henchido con Oscuridad prestada, la voz de Rephaim retumbó en la noche. “Por el poder inmortal de mi padre, Kalona, de quien soy sangre y espíritu por su legado, domino este poder que ejerzo en su nombre para que me conduzca a Roja–La que ha saboreado mi sangre, y con quién he imprimado, y mantengo una deuda de vida. ¡Llévame a Stevie Rae! ¡Así lo ordeno!”
La niebla quedó suspendida por un momento, luego cambió, como si fuera una cinta de seda escarlata, delgada, creando un sendero brillante en el aire por delante de él. Rápido y seguro, Rephaim voló hacia el cielo moviéndose a gran velocidad detrás de que la Oscuridad que le mostrara el camino.
Él la encontró no muy lejos del Museo en un parque cubierto por humo y muerte. Mientras descendía silenciosamente del cielo, Rephaim se preguntó cómo los humanos en las casas que bordeaban el área podían ser tan ajenos a lo que se había desatado fuera de la seguridad engañosa de sus puertas principales.
La piscina de humo negro estaba más concentrada en el centro del parque. Rephaim sólo podía distinguir las ramas superiores de un viejo roble caído bajo el caos reinante. Fue más despacio mientras se acercaba, aunque sus alas estaban todavía extendidas a su alrededor, saboreando el aire, dejándolo moverse rápido y silenciosamente sobre el suelo.
El novato no le notó. Pero Rephaim se dio cuenta de que el chico probablemente no habría notado la llegada de un ejército. Toda su atención estaba enfocada en tratar de apuñalar con un largo cuchillo que se veía letal a lo que parecía ser un círculo de oscuridad que se había fundido en una pared sólida–o al menos así fue cómo se manifestó para el novato.
Rephaim no era un novato; él comprendía a la Oscuridad mucho mejor.
Voló por encima del chico, sin ser visto, afrontó al círculo en su punto más septentrional. No estaba seguro si el instinto o la influencia de Stevie Rae lo llevaron allí, y reconoció que–aunque brevemente–los dos podrían estar haciéndose uno.
Se detuvo y con un único movimiento, renuente, cerró sus alas, plegándolas pulcramente en su espalda. Luego sostuvo en alto su mano y susurró hacia la niebla de color escarlata que aún era suya para ordenar. “Encúbrame. Permíteme cruzar la barrera.” Rephaim cerró su puño alrededor de la energía pulsante reunida allí, y con un golpecito de sus dedos, dispersó la niebla sobre su cuerpo.
Esperó el dolor de eso. Aunque había aspectos del poder inmortal que le obedecían, la obediencia nunca venia sin un precio. Muy a menudo el coste debía ser pagado con dolor. Esta vez el dolor quemó por su cuerpo recién curado como lava, pero él le dio la bienvenida porque significaba que su orden se había cumplido.
No hubo manera de estar listo para lo que encontraría dentro del círculo. Rephaim simplemente recobró la compostura y, al amparo de la fuerza ancestral de la sangre de su padre, dio un paso adelante. La pared de oscuridad se abrió para él.
Dentro del círculo Rephaim se sumergió en el perfume de la sangre de Stevie Rae y el olor abrumador de muerte y la descomposición.
“¡Por favor detente! ¡No puedo soportarlo más! ¡Máteme si eso es lo que usted quiere, sólo no me toque otra vez!”
Él no la podría ver, pero Stevie Rae sonaba completamente derrotada. Moviéndose rápidamente, Rephaim extrajo una porción de la niebla de color escarlata pegada a su cuerpo. “Ve a ella–fortalézcala,” él susurró la orden.
Él oyó a Stevie Rae jadear y estuvo casi seguro de que ella gritó su nombre. En ese instante la oscuridad se dividió para revelar una vista que Rephaim nunca olvidaría, aun si viviera para ser tan antiguo como su padre.
Stevie Rae estaba de pie en medio del círculo. Zarcillos de negros hilos pegajosos envueltos alrededor de sus piernas. Dondequiera que la habían tocado, cortaron su piel. Sus pantalones vaqueros estaban rasgados y colgaban de su cuerpo hechos jirones. La sangre rezumaba de su carne rota. Mientras la observaba, otro zarcillo culebreó fuera de la oscuridad acuosa que la rodeaba y zurró, como una fusta, alrededor de su cintura, instantáneamente trazando una nueva línea lagrimeante de sangre. Ella gimió en el dolor, y su cabeza colgó. Rephaim vio que sus ojos estaban vacios.
Fue entonces que la bestia se dio a conocer. En el mismo momento en que él lo vió, Rephaim supo que más allá de toda duda, que estaba mirando a la Oscuridad materializada. Bufó, un sonido terrible, ensordecedor. Expeliendo con fuerza sangre, moco y humo, el toro desgarró la tierra con sus pezuñas. La criatura asechó a Stevie Rae por entre el más denso del humo negro. Como la luz de luna en una cripta, el pelaje del toro blanco se parecía a la muerte mientras se elevaba sobre la chica. La criatura era tan maciza que él tuvo que bajar su enorme cabeza para dejar que su lengua lamiese su cintura sangrante.
El grito de Stevie Rae fue eco del grito de Rephaim: “¡No!”
El gran toro hizo una pausa. Su cabeza giró hacia el Cuervo Mocker; Su mirada insondable fulminó a la de Rephaim.
“Esta noche se pone cada vez más interesante.” La voz retumbó a través de su mente. Rephaim controló su miedo mientras el toro daba dos pasos hacia él, agitando el suelo mientras olía el aire.
“Huelo Oscuridad en usted.”
“Sí,” Rephaim habló sobre el sonido de los latidos aterrorizados de su corazón. “He vivido mucho tiempo con la Oscuridad.”
“Es extraño entonces, que no le conozca.” El toro olió el aire alrededor de él otra vez. “Aunque he conocido a su padre.”
“Es por el poder de la sangre de mi padre que dividí la cortina oscura y estoy frente a usted.” Él se mantuvo mirando al toro, pero estaba completamente consciente de que Stevie Rae se encontraba a unos centímetros por delante de él, sangrando indefensa.
“¿Lo es? Creo que mientes, hombre pájaro.”
Aunque la voz en su mente no cambió, Rephaim pudo sentir la cólera del toro.
Manteniendo la calma, Rephaim introdujo un dedo en su pecho, tomando una línea de niebla roja de su cuerpo. Sostuvo en alto su mano, como una oferta hacia el toro. “Esto me dejó dividir la cortina oscura del círculo, y este poder es mío para ordenarle por derecho de la sangre inmortal de mi padre.”
“Que la sangre inmortal fluye a través de sus venas es verdad. Pero el poder que cubre su cuerpo y que le ordenó a mi barrera dividirse es tomado de mí.”
El miedo pasó rozando la columna vertebral de Rephaim. Muy cuidadosamente, él inclinó su cabeza en respeto y aceptación. “Entonces le doy las gracias, aunque no invoqué su poder. Invoqué sólo a mi padre, en su estado actual sólo lo que es de él es legítimamente mío para ordenar.”
“Oigo la verdad en sus palabras, hijo de Kalona, ¿pero por qué ordenarle al poder de los inmortales traerle aquí y permitirle ingresar a mi círculo? ¿Qué asunto tiene usted o su padre con la Oscuridad esta noche?”
El cuerpo de Rephaim se mantuvo en calma, pero su mente trataba de pensar rápidamente. Hasta ese momento en su vida, él siempre tomaba fuerza del legado de inmortalidad dentro de su sangre y la astucia del cuervo al que se le había unido para ser creado. Pero esta noche, frente a la Oscuridad, estaba lleno de una fuerza que no era suya, repentinamente supo que si bien había sido por el poder de esa criatura por la que había conseguido acceso a Stevie Rae, él no la salvaría usando la Oscuridad, ya sea si este poder vino del toro o de su padre; ni los instintos de un cuervo podrían luchar contra la bestia que él afrontaba. Las Fuerzas que se aliaron consigo no podrían derrotar a este toro–encarnación de la Oscuridad.
Así es que Rephaim utilizó lo único que tenía – los restos de su humanidad pasada a él por el cuerpo de su madre muerta. Le contestó al toro como un humano, con una honradez tan cruda que él pensó que podría partir su corazón.
“Estoy aquí porque ella está aquí, y ella me pertenece.” Los ojos de Rephaim nunca dejaron al toro, pero dio una cabezada en dirección de Stevie Rae.
“La huelo en usted.” El toro dio otro paso hacia Rephaim, causando que la tierra bajo ellos temblara. “Ella le puede pertenecerle, pero tuvo la impudencia de invocarme. Este vampiro pidió mi ayuda, la cuál concedí. Como sabes, ella debe pagar el precio. Déjenos ahora; Hombre Pájaro, y le dejaré vivir.”
“Vete, Rephaim.” La voz de Stevie Rae era débil, pero cuando Rephaim finalmente la miró, vio que su mirada fija era inquebrantable y lúcida. “No es como en el tejado. No puedes salvarme de esto. Sólo vete.”
Rephaim debía irse. Sabía que debería de hacerlo. Sólo unos días antes no pudo haberse imaginado en un mundo donde él estaría frente a la Oscuridad tratando de salvar a un vampiro–tratando de salvar a alguien que no fuese él mismo o su padre. Incluso mientras miraba perdidamente a los suaves ojos de Stevie Rae, lo que él vislumbró fue un mundo enteramente nuevo–un mundo en el cual esa extraña y pequeña vampiresa roja quería decir con toda su alma y sinceridad.
“Por favor. No dejes que te lastime, también,” le dijo.
Fueron esas palabras–esas palabras desinteresadas, sentidas, y verdaderas las que hicieron que Rephaim tomara la decisión.
“Dije que ella me pertenece. Usted la olfatea en mí; sabe que es verdad. Entonces puedo pagar su deuda de sangre por ella,” respondió Rephaim.
“¡No!” Stevie Rae gritó.
“Piénselo cuidadosamente antes de hacer tal oferta, hijo de Kalona. No la mataré. Es una deuda de sangre, no una deuda de vida, ella me debe. Se la devolveré, eventualmente, cuándo termine de saborearla.”
Las palabras del toro pusieron enfermo a Rephaim. Como una sanguijuela hinchada, la Oscuridad iba a alimentarse de Stevie Rae. Iba a lamer su piel acuchillada y saborear la salinidad de cobre de su sangre–de su alma, unidas por siempre por la imprimación.
“Tome mi sangre en lugar de la de ella. Pagaré su deuda,” Rephaim dijo.
“Usted es hijo de su padre. Como él, usted ha elegido defender a un ser que nunca le puede dar lo qué usted ansia más. Así sea. Acepto el pago de la deuda del vampiro de usted. ¡Suéltenla!” Él toro ordenó.
Los hilos oscuros como navajas se retiraron del cuerpo de Stevie Rae y, como si hubieran sido las únicas cosas que la mantenían en pie, ella se desmoronó sobre la hierba empapada en sangre.
Antes de que él pudiese moverse para ayudarla, un zarcillo oscuro cobró vida, se elevó por entre el humo y las sombras que rodeaban al toro. Con una rapidez que era de otro mundo, arremetió, envolviéndose alrededor del tobillo de Rephaim.
El Cuervo Mocker no gritó, aunque quiso hacerlo. ¡En su lugar, se enfocó a través del dolor enceguecedor, y le gritó a Stevie Rae, “¡Regresa a la Casa de la Noche!”
Él vio a Stevie Rae intentar ponerse en pie, pero resbaló en su propia sangre y cayo en el suelo, llorando suavemente. Sus ojos se encontraron, y Rephaim trastabilló hacia ella, desplegando sus alas, determinado a separarse del hilo pegajoso y al menos llevarla lejos del círculo.
Otro tijeretazo culebreó fuera y azotó el bíceps grueso del brazo recién sanado de Rephaim, cortando más de tres centímetros de músculo. Aún otro tijeretazo llegó de las sombras detrás de él, y Rephaim no pudo dejar de gritar en agonía mientras la cosa se enroscaba alrededor de la unión de sus alas en su espalda, rasgando y desgarrando e inmovilizándolo contra el suelo.
“¡Rephaim!” Stevie Rae sollozó.
Él no podía ver al toro, pero sintió a la tierra temblar mientras la criatura se acercaba a él. Él giró la cabeza, y, a través de un espasmo de dolor, vio a Stevie Rae intentando gatear hacia él. Quiso decirle que se detuviera–decirle algo que la hiciera salir huyendo. De pronto, el dolor abrasador de la lengua del toro tocó la herida en su tobillo, Rephaim se percató que Stevie Rae no estaba realmente tratando de arrastrase hacia él. Ella estaba de rodillas con sus manos en el suelo, como un cangrejo, presionándose contra la tierra. Sus brazos temblaban, y su cuerpo aún sangraba, pero su cara recuperaba algo de color. Ella estaba absorbiendo el poder de la tierra, Rephaim se percató con un sentimiento increíble de alivio. Eso la hacía lo suficientemente fuertemente como para salir del círculo y hallar el camino hacia un lugar seguro.
“Había olvidado la dulzura de la sangre inmortal.” El aliento pestilente del toro inundó a Rephaim. “La sangre de vampiro tenia sólo un indicio de esto. Creo que beberé y beberé de usted, hijo de Kalona. Usted ciertamente, pidió el poder prestado de la Oscuridad esta noche, así que usted tiene una deuda mayor que pagar, que sólo la de ella.”
Rephaim se rehusó a mirar a la criatura. Estaba atrapado y sujetado por los hilos cortantes, su cuerpo fue elevado y girado a fin de que su mejilla se presionara contra la tierra. Él mantuvo su mirada fija enfocada en Stevie Rae mientras el toro se posicionaba encima de él y comenzaba a beber la de la herida en la base de sus alas ensangrentadas.
Una agonía incomparable asaltó su cuerpo. No quiso gritar. No quiso contorsionarse en el dolor. Pero no se podía ayudar. Los ojos de Stevie Rae fueron lo único que le mantuvieron atado a la conciencia mientras la Oscuridad se alimentaba de él, violándole repetidas veces.
Cuando Stevie Rae se puso en pie, levanto sus brazos, Rephaim pensó que él alucinaba porque ella se veía tan fuerte y poderosa y tan, pero tan enfadada. Ella sujetó firmemente algo en su mano– una larga trenza de hierbas que humeaba.
“Lo hice antes. Lo haré nuevamente.”
La voz de Stevie Rae llegó a él como si viniera de muy lejos, pero también resonó fuertemente. Rephaim se preguntó por qué el toro no la oyó o la vio en pie, pero los gemidos de placer y el dolor agudo que se irradiaba de su espalda le dio a Rephaim la respuesta. El toro no consideraba a Stevie Rae una amenaza, y estaba obsesionado consumiendo su sangre de intoxicante inmortalidad. Deje que él siga tomando de mí; Deje que ella escape, Rephaim rezó silenciosamente para cualquiera que de los dioses que pudiesen dignarse a oírle.
“Mi círculo está intacto,” Stevie Rae hablaba rápida y claramente. “Rephaim y este toro repugnante llegaron a mi orden. Así es que lo ordeno otra vez, a través del poder de la tierra, llamo al otro toro. ¡El que combata a este, y pagaré cualquier cosa que tenga que, simplemente quita a esta cosa de mi Cuervo Mocker!”
Rephaim sintió que la criatura encima de él hizo una pausa en su afán de alimentarse de él, mientras un rayo de luz atravesaba la oscuridad como una negra lanza humeante por delante de Stevie Rae. El vio que los ojos de Stevie Rae se ampliaron y, milagrosamente, ella sonrío y luego se río.
“¡Sí!” Ella habló alegremente. “Pagaré su precio. ¡Y, demonios! ¡Usted es tan negro y bello!”
Aún encima de él, el toro blanco gruñó. Los hilos comenzaron a culebrear alejándose de la oscuridad que rodeaba a Rephaim y reptaron hacia Stevie Rae. Rephaim abrió su boca para dar un grito de advertencia, pero Stevie Rae entró directamente en el eje de luz. Hubo un sonido como un trueno, y luego otro destello enceguecedor. Del centro de la brillante explosión dio un paso un enorme toro, tan negro como el primero que era blanco. Pero la oscuridad de esta criatura no era como las sombras entintadas que se encogieron de miedo lejos de el. El pelaje de este toro era negro como el cielo de media noche llenó del resplandor de un diamante – profundo, misterioso y bello para contemplar.
Por un instante, la mirada fija del toro negro se cruzó con la de Rephaim, y el Cuervo Mocker se quedó sin aliento. Él nunca había visto tal bondad en su vida; nunca había sabido que tal bondad podría existir.
“No dejes que haya escogido equivocadamente.” La voz nueva en su mente fue tan profunda como la del primer toro, pero estaba llena de una gran cantidad de compasión. “Porque si usted es digno o no, ella ha pagado el precio.”
El toro negro agachó su cabeza y embistió al toro blanco, arrojándolo lejos del cuerpo de Rephaim. Hubo un choque ensordecedor cuando los dos chocaron, y luego un silencio tan intenso, así como ensordecedor.
Los hilos se disiparon como el rocío en el sol del verano. Stevie Rae estaba de rodillas, tratando de alcanzarle. Cuando el humo desapareció, el novato entró al círculo corriendo, con el cuchillo levantado y listo.
“¡Regrese, Stevie Rae! ¡Voy a matar al maldito!”
Stevie Rae tocó el suelo, y ordenó, “Tierra, hazle tropezar. Duro.”
Sobre el hombro de Stevie Rae, Rephaim vio a la tierra levantarse por delante de los pies del chico, y el novato finalmente cayó de cara–duramente.
“¿Puedes volar?” ella le susurró.
“Creo que sí,” le respondió.
“Entonces regresa al Gilcrease,” dijo urgentemente. “Te alcanzaré después.”
Rephaim vaciló. Él no quiso dejarla tan pronto después de lo que habían pasado juntos. ¿Estaba ella en realidad sana?, ¿o la Oscuridad le había quitado demasiado?
“Estoy bien. Lo prometo,” Stevie Rae le respondió suavemente como si leyera su mente. “Vete.”
Rephaim se puso en pie. Con una última mirada hacia Stevie Rae, él extendió sus alas y obligó a su cuerpo maltratado a llevarlo hacia el cielo.

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