sábado, 15 de mayo de 2010

Capítulo 12 - BURNED (Quemada)


Stevie Rae
Traducido por Ana

¡Wow! Parece que uno de esos súper tornados ha pasado por Tulsa – dijo Dallas. Se estaba quedando embobado mientras Stevie Rae maniobraba cuidadosamente con el Escarabajo alrededor de otra pila de ramas caídas.
La carretera de acceso al parque estaba bloqueada por un peral que había sido partido casi perfectamente por la mitad, así que Stevie Rae terminó deteniéndose a su lado.
“Al menos algo de la electricidad está volviendo”. Señaló las farolas que rodeaban el parque, iluminando lo que era un lío total de árboles dañados por el hielo y arbustos de azalea aplastados.
“Aunque no para aquellas personas”. Dallas señaló con la barbilla las ordenadas y pequeñas casas cercanas al parque.
Aquí y allí una luz brilló valientemente a través de una ventana, probando que algunas personas habían tenido la precaución de comprar generadores de propano antes de la tormenta, pero la mayor parte de la zona de alrededor permanecía oscura, fría y silenciosa.
“Es una mierda para ellos, pero me hace la vida más fácil esta noche”, dijo Stevie Rae, saliendo del coche.
Llevando una vela alta verde, una trenza de hierba dulce y una caja de largas cerillas, Dallas se unió a ella.
“Todos están temblando y no prestarán atención a lo que hago”
“Definitivamente tienes razón en eso, chica” Dallas puso su brazo familiarmente sobre los hombros de Stevie Rae.
“Aw, sabes que me gusta que me digas que tengo razón”. Rodeó su cintura con el brazo, manteniendo la mano en el bolsillo trasero de sus pantalones como solía hacer. Él apretó su hombro y besó su cabeza.
“Entonces te daré la razón más a menudo” dijo.
“¿Estás intentando que me ablande por algo?”
“No sé. ¿Está funcionando?”
“Puede ser.”
“Bien.” Los dos se rieron. Le golpeó con la cadera.
“Vamos al roble grande. Parece un buen sitio.”
“Lo que tú digas, chica.”
Fueron lentamente hacia el centro del parque, rodeando las ramas destrozadas y atravesando la mugre fría y húmeda que había quedado desde la tormenta, intentando no resbalar en las zonas descongeladas que habían comenzado a congelarse de nuevo con el frío de la noche. Había hecho bien al dejar que Dallas viniera. Quizá parte de culpa de su confusión con Rephaim le hacia temer que se había aislado mucho de sus amigos y de que se estaba concentrando mucho en la rareza de su Imprenta.
Diablos, la Imprenta con Afrodita también había parecido totalmente extraña al principio. Quizá sólo necesitaba tiempo (y espacio) para lidiar con la novedad.
“Hey, mira esto.” Dallas volvió a llamar su atención. Estaba señalando al suelo alrededor del viejo roble. “Es como si el árbol hubiera hecho un círculo para ti”
“¡Es genial!” dijo.
¡Y lo era! El sólido árbol había resistido bien a la tormenta. Sólo había perdido varios trozos de rama. Habían caído en la hierba, formando un perfecto círculo completo alrededor del árbol. Dallas dudó al borde de la circunferencia.
“Voy a quedarme fuera, ¿ok? Para que pueda ser un círculo hecho especialmente para ti, sin ser roto por mí” dijo él.
Stevie Rae le miró. Dallas era un buen chico. Siempre estaba diciendo cosas dulces como esa y haciéndole saber que la comprendía mejor que la mayor parte de la gente.
“Gracias. Eso está muy bien, Dallas.” Se puso de puntillas y le besó suavemente. La rodeó con los brazos y la acercó más a él.
“Cualquier cosa por mi Alta Sacerdotisa”
Su aliento era cálido y dulce contra su boca, y, en un impulso, Stevie Rae le besó otra vez, gustándole el cosquilleo que le hacía sentir por dentro. Y también le gustaba que su tacto estuviera bloqueando los pensamientos sobre Rephaim de su mente. Estaba sin respiración cuando la dejó ir a regañadientes. Aclaró su garganta y soltó una pequeña risa.
“Ten cuidado, chica. Ha pasado mucho tiempo desde que tú y yo hemos estado a solas.”
Con risas tontas y sintiéndose atontada, le sonrió.
“Mucho tiempo.” Su sonrisa era sexy y bonita.
“Tendremos que arreglar eso pronto, pero primero tienes que trabajar.”
“Ah, sí,” dijo. “Trabajo, trabajo, trabajo…”
Sonriendo, cogió la hierba dulce trenzada, la vela verde y las cerillas que él le había dado.
“Hey,” dijo Dallas, alcanzándole las cosas. “Acabo de acordarme de algo sobre la hierba dulce. ¿No se supone que debes usar algo más antes de quemarla? Era bastante bueno en Clase de Hechizos y Rituales, y juro que había que hacer algo más que encender la trenza y agitarla.”
Stevie Rae frunció el ceño, pensando. “No sé. Zoey habló sobre eso porque es algo que hacen los Cherokes. Puedo jurar que solía decir que las yerbas traían energía positiva.”
“Ok, supongo que Z lo sabría,” dijo Dallas.
Encogiéndose de hombros, Stevie Rae dijo “Sí, pero es sólo hierba que huele bien.
Quiero decir, ¿Qué tan malo podría ser?”
“Sí, en serio. Aparte, eres la Chica de la Tierra. Deberías ser capaz de controlar hierba en llamas”.
“Sí,” dijo. “Ok, aquí va.” Susurrando un simple, “Gracias, tierra” a su elemento, le dio la espalda a Dallas, atravesó el límite y entró en el círculo hecho de tierra.
Stevie Rae avanzó confiada hacia el punto más al norte de la circunferencia, que estaba directamente en frente del viejo árbol. Se detuvo ahí y cerró los ojos. Stevie Rae había aprendido pronto que la mejor forma de conectar con su elemento era a través de sus sentidos. Así que respiró profundamente, aclarando su mente abarrotada de todos los pensamientos que solía llevar consigo y permitiendo que se colara una sola cosa: el sentido del oído.
Escuchó a la tierra. Stevie Rae podía oír el murmullo del viento a través de las hojas de invierno, los pájaros nocturnos cantándose unos a otros, los sonidos y suspiros del parque calmándose para una larga y fría noche.
Cuando su sentido del oído estuvo lleno de tierra, Stevie Rae respiró de nuevo y se concentró en el olor. Respiró en la tierra, aspirando el húmedo peso de la hierba, la crujiente canela de las hojas marrones, la fragancia únicamente musgosa del viejo roble.
Su sentido del olfato estaba lleno de tierra, Stevie Rae inhaló profundamente otra vez e imaginó el rico gusto de un bulbo de ajo y la madurez de los tomates en verano. Pensó simplemente en la magia de la tierra acunando las plantas y descubriendo debajo de ellas gruesas y crujientes zanahorias que habían sido cuidadas con la tierra.
Con el gusto desbordante del poder de la tierra, pensó en el tacto de la suavidad de la hierba de verano contra sus pies, en dientes de león haciendo cosquillas en su barbilla mientras cogía uno para ver si dejaba el revelador sonrojo amarillo del amor secreto, de la forma en que la tierra se impulsaba para llenar todos sus sentidos después de una lluvia de primavera.
Y entonces, respirando todavía más profundamente, Stevie Rae dejó que su espíritu abrazara la maravillosa, sorprendente y mágica forma en que su elemento la hacía sentir. La Tierra era su madre, su consejera, su hermana y su amiga. La Tierra la protegía, e incluso cuando todo lo demás en su mundo estaba arruinado, podía contar con su elemento para calmarla y protegerla.
Sonriendo, Stevie Rae abrió los ojos. Se volvió hacia su derecha. “Aire, te pido por favor que vengas a mi círculo.” Aunque no tenía una vela amarilla ni nadie que representara el aire, Stevie Rae sabía que era importante saludar y respetar a cada uno de los otros cuatro elementos. Y si tenía mucha suerte, podrían presentarse y fortalecer su círculo.
Mirando al sur, continuó. “Fuego, te pido por favor que vengas a mi círculo”. Girando en el sentido de las agujas del reloj, llamó. “Agua, me gustaría que por favor vinieras a mi círculo.” Entonces, desviándose de una invocación tradicional, Stevie Rae retrocedió unos pasos hacia el centro del área cubierta de hierba, dijo “Espíritu, esto está fuera de lugar, pero me gustaría mucho que también te unieras a mi círculo.”
Caminando hacia el norte, Stevie Rae estaba casi cien por cien segura de que había vislumbrado un rastro de un hilo delgado y plateado de luz girando a su alrededor. Sonrió a Dallas sobre su hombro. “Hey, creo que funciona.”
“Por supuesto que funciona, chica. En serio tienes magia de Alta Sacerdotisa.”
Sonaba muy bien que Dallas siguiera llamándola Alta Sacerdotisa, y Stevie Rae estaba todavía sonriendo cuando se volvió hacia el norte. Sintiéndose orgullosa y fuerte, finalmente iluminó la vela verde, diciendo “Tierra, sé que estoy haciendo las cosas fuera de orden aquí, pero tenía que dejar al mejor para el final. Así que ahora te pido que vengas a mí como siempre haces, porque tú y yo, tenemos una conexión que es incluso más especial que las luciérnagas llenando el Parque Haikey Creek en una noche de verano. Ven a mí, tierra. Por favor, ven a mí.”
La tierra estalló a su alrededor como un cachorro exuberante. Momentos antes la noche había sido fría y húmeda y dominada por la catastrófica tormenta de hielo, pero ahora Stevie Rae sintió que la calidez y la humedad de una noche de verano de Oklahoma llegaron hasta ella, cuando la presencia de su elemento dominó todo el círculo.
“¡Gracias!” dijo llena de felicidad. “No puedo decirte cuánto significa para mí que siempre pueda contar contigo.” De debajo de sus pies irradió un calor, y el hielo que recubría la hierba del círculo estalló y se destrozó mientras las hojas se esparcían libremente, liberadas temporalmente de su prisión invernal.
“Ok.” Con su mente llena de su elemento, le habló a la tierra como si estuviera personificada delante de ella. “Tengo que preguntarte algo importante. Pero primero voy a iluminar esto, porque creo que te gustará mucho.” Stevie Rae mantuvo la hierba dulce seca en la llama y entonces puso la vela a sus pies cuando la trenza se iluminó.
La golpeó suavemente, para que empezara a humear. Stevie Rae se dio la vuelta y, sonriendo a Dallas, caminó por el interior de la circunferencia de su círculo, esparciendo la hierba hasta que toda la zona estuvo neblinosa con embriagador humo gris, como la esencia del verano en la pradera.
Cuando volvió al centro del círculo, Stevie Rae miró al norte otra vez, la dirección más cercana aliada con su elemento, y comenzó a hablar.
“Mi amiga, Zoey Redbird, dijo que la hierba dulce atrae la energía positiva, y definitivamente necesito energía esta noche, especialmente porque pido tu ayuda por Zoey. Sé que te acuerdas de ella, tiene una afinidad por ti, como la tiene por todos los elementos. Es especial, y no sólo porque es mi BFF. Z es especial porque,” Stevie Rae se detuvo, y entonces las palabras vinieron a ella, “es especial porque Zoey tiene un poco de todo en su interior. Supongo que es como si nos representara a todos. Así que necesitamos que vuelva. Además, está herida donde esté, y creo que necesita ayuda para salir. Así que su Guerrero, un chico llamado Stark, va a ir detrás de ella. Definitivamente necesita tu ayuda. Te estoy pidiendo que me enseñes una forma de que Stark pueda ayudar a Zoey. Por favor.”
Stevie Rae movió la trenza todavía humeante a su alrededor una vez más, y esperó. El humo era dulce y grueso. La noche era inusualmente cálida gracias a la presencia de su elemento.
Pero nada más estaba pasando.
Seguro, podía sentir la tierra ahí, rodeándola, deseando hacer lo que le ordenara.
Pero no pasaba nada.
Nada en absoluto.
Insegura de qué más hacer, Stevie Rae volvió a agitar la hierba dulce a su alrededor y lo intentó otra vez.
“Bueno, quizá no fui suficientemente específica.” Pensó por un segundo, intentando recordar todo lo que Afrodita le dijo, y añadió, “Con el poder de la tierra, y a través de la energía de su hierba sagrada, llamo al toro blanco de los viejos tiempos a mi círculo porque necesito saber cómo Stark puede alcanzar a Zoey para protegerla hasta que encuentre un camino y regresen juntos a este mundo.”
La hierba dulce había estado humeando suavemente hasta que se puso de color rojo. Con un sollozo, Stevie Rae la tiró. Un humo negro y grueso salió de la trenza ardiendo, como si fuera una serpiente que escupía oscuridad. Presionando su mano quemada contra su cuerpo, Stevie Rae dio un traspié hacia atrás.
“¿Stevie Rae? ¿Qué pasa?”
Podía oír a Dallas, pero cuando miró atrás no pudo verlo. El humo era demasiado espeso. Stevie Rae se dio la vuelta, intentando mirarlo a través de la oscuridad, pero no podía ver nada. Miró donde debería estar su vela de tierra, y también había sido cubierta por el humo. Desorientada, chilló.
“No sé que pasa. La hierba dulce se puso rara de repente y…” La tierra bajo sus pies, esa parte tangible de su elemento a la que Stevie Rae se sentía tan conectada, tan cómoda con ella, empezó a temblar.
“Stevie Rae, tienes que salir ahora. No me gusta todo este humo”
“¿Puedes sentir esto?” llamó a Dallas. “¿El suelo también tiembla ahí?”
“No, pero no puedo verte, y tengo un mal presentimiento sobre esto”
Antes de que Stevie Rae lo viera, sintió su presencia. El sentimiento que le trajo era terriblemente familiar y en un momento, Stevie Rae comprendió por qué. Le recordaba al momento en que se dio cuenta de que estaba muriendo. El momento en que había empezado a toser, de la mano de Zoey, y había dicho, “tengo miedo, Z”. El eco de ese terror paralizó a Stevie Rae, así que cuando la pudo vislumbrar el primer cuerno y destelló hacia ella, blanco, afilado y peligroso, todo lo que podía hacer era mirar y sacudir la cabeza una y otra vez, una y otra vez.
“¡Stevie Rae! ¿Puedes oírme?”
La voz de Dallas pareció sonar a varias millas.
El segundo cuerno se materializó, y, con él, la cabeza del toro empezó a formarse, blanca y enorme, con ojos tan negros que brillaban como un lago sin fondo a medianoche.
“¡Ayúdame!” intentó decir Stevie Rae, pero el miedo atrapó las palabras en su garganta.
“Eso es. Voy a entrar ahí a sacarte, aunque no quieras que rompa el círculo y…”
Stevie Rae sintió la ondulación cuando Dallas alcanzó el límite de su círculo. El toro también. La criatura giró su gran cabeza y resopló una ráfaga de aire fétido en el oscuro humo. La noche se estremeció en respuesta.
“¡Mierda! Stevie Rae, no puedo entrar en el círculo. ¡Ciérralo y sal de ahí!”
“No p-puedo” tartamudeó ella, su voz era un susurro roto.
Completamente formado, el toro era una pesadilla hecha realidad. Su aliento amordazó a Stevie Rae. Sus ojos la atraparon. Su abrigo blanco era luminoso en la oscuridad que lo llenaba todo, pero no era hermoso. Su resplandor era viscoso, su piel brillante, fría y muerta.
Uno de los enormes colmillos de la bestia se impulsó y cayó, rompiendo la tierra con tal malicia que Stevie Rae sintió un eco del dolor de aquella herida en su alma. Dejó de mirar los ojos del toro para desviar la vista a sus pezuñas. Ahogó un grito de horror. La hierba alrededor de la bestia estaba rota y ennegrecida. Donde había tocado con la pata en la tierra (la tierra de Stevie Rae) el suelo estaba roto y sangrante.
“¡No!” El grito de terror rompió lo necesario para que sus palabras escaparan finalmente. “¡Para! ¡Nos estás haciendo daño!”
Los ojos negros del toro aguantaron su mirada. La voz que llenó su cabeza era profunda, poderosa e inimaginablemente maliciosa. “Tuviste el poder de evocarme, vampiro, y eso me ha entretenido lo suficiente para que elija responder tu pregunta. El Guerrero debe mirar a su sangre para descubrir el puente y entrar en la Isla de las Mujeres, y después deberá destruirse a sí mismo para entrar en la arena. Sólo así él se unirá a su Sacerdotisa.
Stevie Rae se tragó el miedo y soltó, “eso no tiene sentido.”
“Tu inhabilidad para comprender no me molesta. Tú me llamaste. Yo contesté. Ahora debo reclamar mi precio de sangre. Han pasado eones desde que probé la dulzura de la sangre de un vampiro, especialmente uno lleno de mucha Luz inocente”.
Antes de que Stevie Rae pudiera empezar a formar ningún tipo de respuesta, la bestia empezó a rodearla. Unos tentáculos de oscuridad se deslizaron del humo que le rodeaba y empezaron a reptar hacia ella. Cuando la tocaron, eran como hojas de cuchillas congeladas cortándola, rompiéndola, rasgando su piel.
Sin pensar con claridad, gritó una palabra: “¡Rephaim!”

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