Stark
Traducido por Roza B y Glad
Traducido por Roza B y Glad
Seoras los dirigió a la Range Rover negra que estaba estacionado a la vuelta y fuera de vista desde el arco. Stark se detuvo ante el vehículo. Su cara mostró su sorpresa porque el Guerrero se rió y dijo, “¿Esperabas un auto pequeñito y un pony de tierras altas?”
“Pues yo no sé él, pero yo sí.” Dijo Afrodita, mientras se subía al asiento trasero al lado de Darius. “Y por una vez en mi vida estoy muy contenta de haberme equivocado.”
Seoras abrió la puerta del copiloto para él, y Stark se subió, sosteniendo a Zoey con mucho cuidado. El Guerrero empezó a manejar antes de que Stark se diera cuenta de que Sgiach no estaba con ellos.
“Hey, ¿dónde está tu reina?” Stark preguntó.
“Sgiach no necesita un automóvil para transportarse en su isla.”
Stark estaba pensando en cómo hacer su próxima pregunta cuando Afrodita se le adelantó.
“¿Qué diablos significa eso?”
“Significa que la afinidad de Sgiach no está limitada a algún elemento. La afinidad de Sgiach es con la isla. Ella es la que manda a todos en esta isla.”
“¡Santa Mierda! ¿Quiere decir que se puede transportar como una versión no tan tonta de Star Trek? Aunque no creo que se pueda ser un no tonto como Star Trek,” Afrodita dijo.
Stark empezó a pensar en alguna manera de amordazar a Afrodita sin que Darius se le viniera encima.
Pero el viejo Guerrero no se vio afectado por Afrodita. Simplemente se encogió de hombros y dijo, “Sí, esa sería una buena explicación.”
“¿Conoces Star Trek?” Stark abrió la boca antes de que su mente lo pudiera detener.
De nuevo el Guerrero se encogió de hombros. “Tenemos satélite.”
“¿Qué hay del internet?” Afrodita preguntó esperanzada.
“También tenemos interneógrafo,” Seoras dijo con cara seria.
“Así que sí dejan entrar al mundo exterior.” Stark dijo.
Seoras lo miró. “Sí, cuando sirve para los propósitos de la reina.”
“No estoy impresionada. Es una reina. Le ha de gustar comprar por internet,” Afrodita dijo.
“Es una reina. Le gusta estar informada de lo que pasa en el mundo,” el Guerrero respondió con una voz que dejaba claro que no quería contestar más preguntas al respecto.
Manejaron en silencio hasta que Stark empezó a preocuparse por los rayos de luz que empezaban a aparecer en el cielo del este. Estaba a punto de decirle a Seoras lo que le pasaría si no estaba bajo techo cuando el sol saliera, cuando el guerrero señaló hacia enfrente diciendo, “El Craobh—la Sagrada arboleda. El castillo está pasando la costa.”
Hipnotizado, Stark volteó a su izquierda para ver los troncos deformados que probablemente serían parte de algunos árboles que formaban un océano verde. Solo pudo vislumbrar pequeñas cosas que había en la arboleda capas de musgo y montones de mármol del que el arco estaba hecho y que parecían manchas de luz brillante. Y en frente de todo estaba lo que se veía como dos árboles torcidos para formar uno solo. En sus ramas, pequeñas franjas de tela de colores estaban amarradas en un contraste extraño pero que complementaba perfectamente a las antiguas extremidades.
Mientras más miraba Stark, más raro se sentía.
“Nunca había visto un árbol así, y ¿por qué tiene tela amarrada a él?” preguntó.
Seoras frenó, deteniéndose en la mitad del camino. “Este es un árbol de espino y ese es un árbol serbal creciendo juntos para formar un árbol colgante.”
Eso fue toda la explicación que le dio y Stark lo miró con frustración diciendo, “¿Un árbol colgante?”
“Tu educación es lamentablemente escasa muchacho. Pues un árbol colgante es un árbol de los deseos. Cada nudo—cada tira de tela amarrada— representa un deseo. A veces son los padres deseando con ilusión el bienestar de de su bebé. A veces son amigos recordando a aquellos que han pasado a otra vida. Pero casi siempre son deseos de personas enamoradas uniendo sus vidas juntas deseando la felicidad. Son árboles que crecen gracias a las Buenas Personas, sus raíces se alimentan de pasar sus buenos deseos desde su mundo al de nosotros.”
“¿Las buenas personas?” Stark lo miró exasperado.
“Tu las conoces como Hadas. ¿Sabes de dónde viene la frase de ‘Amarrar el nudo’?”
“Eso es romántico,” Afrodita dijo, su tono—por primera vez—estaba vacío de sarcasmo.
“Así es mujer, si es realmente romántico, entonces tiene que ser Escocés,” dijo el Guerrero mientras ponía la Range Rover de nuevo en marcha y se alejaban de la tierra de los árboles de los deseos.
Distraído por el pensamiento de atar un nudo con Zoey, Stark no notó el castillo hasta que Seoras se detuvo de nuevo. Miró hacia arriba, y los rayos de luz que las rocas y el agua reflejaban llenaron su vista. El castillo estaba a unas cien yardas del camino principal, después de un camino que estaba hecho de un puente de piedra sobre un campo boggy. Antorchas iluminaban el camino, solo que esta vez había el triple de éstas iluminando el camino al castillo y a las enormes paredes de la propia construcción.
Entre las antorchas, había estacas como del ancho del brazo de un hombre. En cada estaca había una cabeza—sin piel, con la boca en una mueca, sin ojos, y cosas macabras que al principió parecían moverse hasta que Stark se dio cuenta de que era solo el largo cabello de cada cabeza que flotaba como un fantasma en la fría brisa.
“Asqueroso,” Afrodita susurró desde su asiento.
“La Gran Tomadora de Cabezas,” Darius dijo, su voz llena de asombro.
“Así es, Sgiach,” fue todo lo que Seoras dijo, pero sus labios se tornaron en una sonrisa que reflejaba el orgullo en su voz.
Stark no dijo nada. En lugar de eso sus ojos se enfocaron en la grisácea entrada del camino. La fortaleza de Sgiach estaba sobre el filo del acantilado desde el que se podía alcanzar a ver el océano. Aunque solo podía ver la extensión de tierra del castillo, no era difícil imaginar para Stark la apariencia que tenía la isla hacia el mundo exterior—un mundo que nunca tendría acceso a sus dominios, incluso tenía el hechizo protector de su reina para repeler a los intrusos. El castillo estaba hecho de piedra gris alternada con el brilloso mármol que brillaba en la isla. En frente de las gruesas puertas del castillo había un arco que se encontraba antes del puente para entrar al castillo.
Mientras salía de la Range Rover, Stark escuchó un sonido que lo hizo voltear su cabeza más hacia arriba. Iluminada por un círculo de antorchas, una bandera ondeaba en la torre más alta del castillo. Ondeaba fuertemente con la fría brisa, pero Stark claramente vio la forma de un fuerte toro con la imagen de una Diosa, o tal vez una reina, pintada con su cuerpo musculoso.
Después las puertas del castillo se abrieron, y los Guerreros salieron, hombres y mujeres, cruzaron el puente, y trotaron hacia ellos. Stark automáticamente dio un paso hacia atrás mientras que Darius se movía hacia su lado tomando una posición defensiva.
“No busquen problemas cuando no es la intención de nadie lastimarlos,” Seoras dijo, haciendo un movimiento con su mano para tranquilizarlos. “Ellos solo desean mostrar el debido respeto a vuestra reina.”
Los Guerreros, todos vestidos como Seoras, fueran hombres o mujeres, se movieron rápidamente, pero sin ningún signo de agresión hacia Stark. Llegaron en dos filas sosteniendo una camilla de tela entre ellos.
“Es tradición mostrar respeto, cuando alguno de nosotros cae. Es responsabilidad del Clan regresar a él o a ella a casa, a Tir na nóg, la tierra de nuestra juventud,” dijo Seoras. “Nunca dejamos a ninguno de los nuestros atrás.”
Stark dudó. Fijando los ojos con la mirada del Guerrero dijo, “No creo que la pueda dejar sola.”
“De acuerdo,” Seoras respondió suavemente, asintiendo en señal de comprensión. “No tienes porque hacerlo. Tomaras la posición del frente. El Clan se encargará de lo demás.”
Cuando Stark no se movió, Seoras caminó hacia él y extendió sus manos. No iba a dejar ir a Zoey, creía no poder aguantarlo. Entonces Stark una dibujo del toro en el torque de oro brillando en la muñeca de Seora. Fue el torque el que movió algo en su interior. Con súbita sorpresa, se dio cuenta de que confiaba en Seoras, y mientras pasaba a Zoey a los brazos del guerrero, sabía que no la estaba dejando ir, sino que la estaba compartiendo.
Seoras dio la vuelta y con mucho cuidado recostó a Zoey en la camilla. Los Guerreros, seis en cada lado, inclinaron sus cabezas respetuosamente. Después la líder, una mujer alta con cabello largo de color negro, que ocupaba la posición delantera le dijo a Stark, “mi lugar es tuyo Guerrero.”
Moviéndose por instinto, Stark caminó hacia la camilla, y mientras la mujer se alejaba de su lugar, él sostuvo la agarradera de la camilla. Seoras caminó en frente de todos. Mientras que Stark y los otros Guerreros como si fueran uno solo, llevaron a Zoey como una reina caída hacia el castillo de Sgiach.
El interior del castillo impresionó a Stark, especialmente después de haber visto las decoraciones tan depresivas de su exterior. En sus mejores expectativas, Stark esperaba que fuera un castillo de Guerreros—principalmente Espartanos y básicamente una mezcla entre calabozos y el cuarto de castigos para hombres. Estaba completamente equivocado.
El interior del castillo era hermoso. El piso era liso de mármol con vetas color plata. Las paredes de piedra estaban cubierta de brillantes tapices que mostraban escenas hermosas de la isla, desde vacas lanudas, hasta imágenes del campo de batalla que eran igual de hermosas que de sangrientas. Pasaron el vestíbulo, caminaron por un largo pasillo, y llegaron a unas enormes escaleras cuando Seoras detuvo a ambas filas con el movimiento de su mano.
“No puedes ser un Guardián experto si no puedes tomar decisiones. Así que tienes que decidir, muchacho. ¿Deseas llevar a tu reina a las habitaciones de arriba y tomar un tiempo para descansar y prepararte, o prefieres empezar ahora mismo tu misión?”
Stark no lo dudó. “No tengo tiempo de descansar, y empecé a prepararme para esto desde el día en que Zoey aceptó mi juramento como su guerrero. Mi decisión es empezar ahora mismo mi búsqueda.”
Seoras asintió. “Aye, entonces, dirijámonos hacia la Cámara del Fi-Anna Foil, tenemos que ir ahí.” El Guerrero se apartó de las escaleras y continuó caminando por el corredor. Detrás de él, Stark y los demás llevaron a Zoey.
Para la completa irritación, Afrodita apresuro sus pasos, y le alcanzo, y preguntó, “Entonces, Seoras, ¿A qué exactamente te referias cuándo dijiste que Stark tenia que hacer hacer una busqueda?”
Seoras no se detuvo, pero le dirigió una mirada sobre su hombro y dijo, “yo nunca tartamudeo, mujer. El lo nombro ‘su busqueda’, y asi será.”
Afrodita bufó.
“Cállate”, Stark le susurro a ella.
Como siempre, Afrodita le ignoró. “Sí, he escuchado la palabra. Pero no estoy muy segura de lo que significa.”
Seoras los guio hacia un set de contrapuertas arqueadas. Stark pensó que iban a requerir a un ejército para abrirla, pero todo lo que el Guerrero hizo fue hablar en una voz baja, muy suave, “Su Guardian pide permiso para entrar, mi Ace.” Con el sonido de suspiro de un amante, las puertas se abrieron para ellos, y Seoras les condujo hacia la habitación más asombrosa que Stark alguna vez había visto.
Sgiach estaba sentada sobre un blanco trono de mármol que estaba sobre una triple hilera en medio de la sólida cámara. El trono era increíble, esculpido de arriba abajo con intrincados dibujos que parecían contar alguna historia, o retratar una escena, pero el vitral a espaldas de Sgiach y de su estrado ya revelaba el amanecer, y Stark se detuvo estrepitosamente para alejarse de la claridad, deteniendo a todos los que le seguían y causando que las miradas curiosas de los guerreros se posaran sobre él. Él estaba entrecerrando los ojos contra la luz e intentando pensar a través de la neblina que las horas de sol, le causaban cuando Afrodita dio un paso al frente, se inclinó rápidamente ante Sgiach, y entonces le dijo a Seoras, “Stark es un vampiro rojo. Él es diferente a todos ustedes. Él se consumirá en llamas si la luz del día le toca.”
“Cubran las ventanas”, Seoras ordeno. Los guerreros inmediatamente hicieron su orden, desenrollando las rojas cortinas de terciopelo que Stark no había visto antes.
Los ojos de Stark instantáneamente se adaptaron a la oscuridad que cayo sobre la habitación, incluso antes de que más guerreros encendieran las antorchas de la pared y algunos candelabros del tamaño de un árbol, él claramente vio a Seoras dirigirse rápidamente hacia el estrado y llegar hacia la izquierda del trono de su reina. Él estaba allí con una confianza que era casi tangible. Stark supo, sin lugar a dudas, que nada en este mundo, y quizá ni aun el siguiente, podría adelantársele a Seoras para dañar a su reina, y por un instante Stark sintió una terrible ola de envidia. ¡Quiero eso! ¡Quiero a Zoey de regreso y que ella confie de nuevo en mí, y que nada más le haga daño en este mundo! Sgiach levantó su mano y acarició el antebrazo de su Guerrero brevemente, pero íntimamente. La reina no contempló a Seoras, pero Stark lo hizo. Él la miraba a ella, con una expresión que Stark comprendió inmediatamente. Él no sólo era un Guardián, él era su Guerrero. Y la amaba.
“Acerquese. Coloque a la joven reina delante de mí.” Mientras ella hablaba, Sgiach hacia algunas señas con sus manos.
La fila de guerreros camino hacia adelante y suavemente colocó la camilla que contenía a Zoey sobre el piso de mármol, a los pies de la reina.
“No puedes soportar la luz del sol. ¿Qué más es diferente en ti?” Sgiach dijo, mientras la última de las antorchas era encendida, y el cuarto cobró un calido resplandor amarillo.
Los guerreros desaparecieron en las esquinas oscuras de la cámara. Stark afronto a la reina y su Guardián y le contesto rápidamente, sin hacer algún tipo de preámbulo que le hiciera perder el tiempo. “Usualmente duermo durante el día. No me siento al cien por ciento mientras el sol esta en el cielo. Tengo más deseo de matar que lo vampiros normales. No puedo entrar en una casa sin una invitación. Podrían haber más diferencias, pero no he sido un vampiro rojo por mucho tiempo, y eso es todo lo que tengo en claro hasta ahora.”
“¿Es cierto que moriste y fuiste resucitado?” La reina preguntó.
“Sí.” Stark dijo la palabra rápidamente, esperando que ella no cuestionara más ese tema.
“Intrigante. . .” Sgiach dijo.
“¿Fue durante luz del día cuando el alma de su reina se destrozó? ¿Es por eso que fallaste al protegerla?” Seoras preguntó.
El tenia la impresión de que el Guerrero le había disparado las preguntas directo al corazón, Entonces Stark sostuvo su mirada firmemente y le contesto con la verdad. “No. No fue de día. No le fallé por eso. Le fallé porque me equivoqué.”
“Estoy seguro de que el Alto Consejo, así como también los vampiros de su Casa de la Noche, le han dicho que una alma destrozada es una sentencia de muerte para la Alta Sacerdotisa, y muy a menudo también para su Guerrero. ¿Por qué crees que venir aquí cambiará eso?” Sgiach dijo.
“Porque, como dije antes: Zoey no sólo es una Suma Sacerdotisa. Ella es diferente. Ella es mucho más que eso. Y porque no solo quiero ser su Guerrero; Quiero ser su Guardián.”
“Y asi morir por ella.”
El Guerrero no habló haciendo una pregunta, y Stark asintió hacia él. “Sí, moriría por ella.”
“Pero él sabe que si lo hace, entonces no tendrá oportunidad de recuperar su alma y traerla hasta su cuerpo”, dijo Afrodita, mientras ella y Daríus daban un paso acercándose hacia él. “Otros Guerreros lo han intentado, y ninguno de ellos ha tenido éxito.”
“Él quiere usar a los toros y las copstumbres antiguas de los Guerreros para encontrar una puerta que le permita ir al más allá mientras está vivo”, Daríus dijo.
Seoras se rió sin humor. “Ustedes inexpertos solo estan persiguiendo mitos y rumores.”
“Ustedes tienen la bandera del Toro negro sobre este castillo,” dijo Stark.
“Estas hablando de tara, un simbolismo antiguo muy olvidado, como mi isla,” dijo Sgiach.
Stark respondio con un: “Hemos recordado a su isla.”
“Y los toros no han sido olvidados en Tulsa”, dijo Afrodita. “Los dos aparecieron allí anoche.”
Hubo un silencio tenso en el cual la cara de Sgiach mostró sorpresa absoluta, y la expresión de su Guerrero mostraba un ceño peligroso.
“Cuentenos”, Seoras dijo.
Rápida y sorprendentemente sin un comentario sarcástico, Afrodita conto cómo Thánatos les había contado sobre los toros, y cómo eso habían conducido a Stevie Rae a evocar la ayuda del toro equivocado al mismo tiempo que Damien y el resto de los chicos investigaba, lo cuál, a su vez, los llevo a descubrir el enlace de sangre de Stark con los Guardianes y la isla de Sgiach.
“Digame de nuevo, lo que el toro blanco les dijo exactamente”, Sgiach dijo.
“El Guerrero debe mirar hacia su sangre para descubrir el puente que le permita entrar en la Isla de las Mujeres, y después el deberá derrotarse a sí mismo para entrar en la arena. Sólo aceptándose a si mismo, se unirá a su Sacerdotisa. Después de que él se une a ella, será su elección y no la de él si ella regresa”, Stark recito.
Sgiach contempló a su Guerrero. “El toro le ha dado una pista para ir al más allá.”
Seoras asintió. “Sí, pero solo una pista. El resto deberá de averiguarlo él.”
“¡Explíquemelo!” Rematadamente no podía mantener alejada su frustración. “¿Qué diablos tengo que hacer para meter en el maldito Más Allá?”
“Un Guerrero no puede entrar en el más allá, vivo”, dijo Sgiach. “Sólo una Suma Sacerdotisa tiene esa habilidad, y no muchas de ellas en verdad pueden ganar el acceso a ese área.”
“Lo sé”, dijo Stark entre dientes apretados. “Pero, como usted misma lo dijo, los toros me han dado un pista, su permiso para entrar.”
“No”, corrigio Seoras. “Solo te dan permiso para ir hacia la entrada. Nunca podras entrar siendo un Guerrero.”
“¡Pero soy un Guerrero! ¿Cómo puedo llegar ahi? ¿Qué parte de mi debo derrotar?”
“Es alli donde las antiguas creencias entran. Hace mucho tiempo, los vampiros podian servirle a la Diosa o a los dioses, más que con solo su capacidad de ser Guerreros” dijo Sgiach.
“Algunos de nosotros fuimos Shamanes”, Seoras dijo.
“Está bien, entonces, ¿tambien necesito ser un Shaman?” Stark pregunto, completamente confundido.
“Solo hay un Guerrero, que conozco que ha sido capaz de convertirse en un Shaman.” Para dar mas significado a sus palabras, Sgiach apoyó su mano sobre el antebrazo de Seoras.
“Usted lo es” Afrodita dijo alegremente. “¡Así que dígale a Stark cómo hacerlo! Cómo puede él convertirse en un Shaman y a la vez ser un Guerrero.”
La frente del antiguo Guerrero antiguo subieron, y una esquina de su boca se alzo en un risa sardónica. “Aye, es realmente muy simple. El Guerrero que hay dentro de ti debe morir, para asi dar paso al Shaman.”
“Estupendo. De igual manera tengo que morir”, dijo Stark.
“Si, asi parece”, Seoras dijo.En su imaginación, casi podía oír a Zoey decir “¡Ah!, ¡Infiernos!”
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