martes, 8 de diciembre de 2009

CAPITULO 38 - Tempted (TENTADA)

ZOEY

“¡Stevie Rae! ¿En verdad estas bien?” Apreté el celular en mis manos, deseando que pudiera teletransportarme hasta Tulsa y pudiera ver con mis propios ojos que mi mejor amiga estaba viva y sana.
“¡Z! Suenas muy preocupada. ¡No lo estés! Estoy bien, lo prometo. Fue un tonto accidente. Diosa, soy una tonta.”
“¿Qué pasó?”
“Pues, salí tarde de la Casa de la Noche. Soy tan estúpida. Debí de haberme quedado aquí y esperar hasta mañana para ir a los túneles. Pero de cualquier manera fui. Y después, escucha esto— ¡creí escuchar a alguien en el techo! Así que subí rápido porque estaba a punto de amanecer y pensé que tal vez algún novato rojo estaba atrapado. Diosa, necesito checarme los oídos. Era un gato. Un gran, gordo y calicó gato maullando en el techo. Pero cuando ya me iba, como cualquier no porrista y con lo descoordinada que soy, me caí y me pegué tan duro en la cabeza que me desmayé. No me creerías toda la sangre que había. Totalmente horrible. ”
“¿Te noqueaste a ti misma en el techo? ¿Justo antes del amanecer?” Quería meterme al teléfono y ahorcarla.
“Sí, yo sé. No es lo más inteligente que he hecho. Especialmente porque me desperté con el sol brillando encima de mí.”
“¿Te quemaste?” Mi estómago se revolvió. “Quiero decir, ¿estás todavía, uh, lastimada?”
“Bueno, sí, me empecé a quemar, y muy probablemente eso me despertó. Y todavía estoy bastante bronceada. Podría haber sido peor. Por suerte, tuve tiempo de correr a ese árbol que está al lado del techo. ¿Te acuerdas de él?”
Conocía muy bien ese árbol. Había escondido algo que casi me mata. “Sí, lo recuerdo”
“Así que salté al árbol, me deslicé hacia abajo, e hice que la tierra se abriera un poco para hacer una pequeña cueva que me cubriera.”
“¿Ahí fue donde te encontró Lenobia?”
“Sí, Lenobia y Erik. Por cierto, él se portó muy amable. No es que debas volver a salir con él, pero pensé que te gustaría saberlo.”
“Okay, bueno, que bueno. Me alegro de que estés a salvo.” Hice una pausa, no estaba segura de cómo decir la siguiente parte. “Uh, Stevie Rae, Afrodita la ha pasado muy mal. Con lo de la imprenta rota y todo eso.”
“Lamento mucho si la lastimé.”
“¡Lastimarla! ¿Estás bromeando? Pensamos que se iba a morir. Se estaba quemando contigo, Stevie Rae.”
“¡Ay, mí Dios! No lo sabía.”
“Stevie Rae, espérame un segundo.” Me volteé y me alejé de todos los demás que intentaban escuchar mi conversación, y entré a un hermoso y grande vestíbulo. Candelabros de cristal con velas de verdad daban una cálida luz a la tapicería de tonalidades doradas y crema, haciéndome sentir como Alicia en el País de las Maravillas hablando por una cueva de un conejo hacia otro mundo. “Okay, así está mejor. Menos oídos aquí afuera,” continué. “Afrodita dice que estabas atrapada. Estaba muy segura de eso.”
“Z, me tropecé y me golpeé la cabeza. Estoy segura de que Afrodita captó mi miedo. O sea, cuando me desperté me estaba quemando. Además, me caí encima de mucho fierro y metales y estaba toda enredada en eso. Y te digo que realmente me asuste. Muy probablemente fue lo que ella sintió.”
“¿Así que nadie te atrapó? ¿No estabas encerrada o algo así?”
“No, Z,” ella se rió. “Esto es una locura. Aunque sería una mejor historia en lugar de que me hubiera tropezado con mis propios pies.”
Moví mi cabeza, aún incapaz de creer todo. "Me asustaste Stevie Rae. Por un momento pensé que iba a perderlas a ambas.”
"Todo está bien. No me vas a perder ni a mí ni a dolor-en-el-trasero Afrodita. Aunque no te voy a negar que estoy muy contenta que la imprenta se haya roto"
"Okay, esa es otra parte muy rara. ¿Cómo paso? Su imprenta no se rompió ni siquiera cuando Darius bebió de Afrodita, y tú sabes que tienen una cosa entre ellos."
"Lo único que se me ocurre es que estuve mucho más cerca de morir de lo que me imaginaba. Muy probablemente eso deshizo nuestra imprenta. Además no es como si nos encantara estar juntas. Tal vez lo de la cosa con Darius había debilitado la imprenta."
"Te aseguro que la imprenta entre ustedes dos no parecía débil" dije.

"Bueno pues desapareció, así que al final de todo parece que nuestra imprenta fue muy sencilla de deshacer."
"Desde mi punto de vista no parecía nada fácil." dije.
“Bueno, pues desde la perspectiva de la chica quemándose en el sol, te puedo decir que aquí tampoco me fue tan fácil,” ella dijo.
Instantáneamente me sentí mal por la manera en la que le había estado haciendo preguntas. Estuvo a punto de morirse (Por Dios), y aquí estaba yo, interrogándola por los detalles. “Hey lo siento. Es que estaba muy preocupada, eso es todo. Y fue horrible ver a Afrodita experimentar tu dolor.”
“¿Debería hablar con ella?” Stevie Rae preguntó.
“Uh, no. Por lo menos ahora no. La última vez que la vi, Darius la llevaba cargando por una escalera hacia lo que sonaba como una grande y cara suite para que pudiera descansar un rato con las drogas que los vampiros le dieron.”
“Oh, Dios. Le dieron medicamentos. Eso le va a gustar.”
Nos reímos, y se sintió como si todo fuera normal de nuevo.
“¿Zoey? El Alto Consejo está llamando a sesión. Necesitas ir,” La voz de Erce sonó por el pasillo.
“Necesito hacerme cargo de algunas cosas,” le dije a Stevie Rae.
“Sí, ya escuché. Hey, te quería decir algo que es muy importante que recuerdes. Sigue a tu corazón, Z. Incluso aunque parezca que todos los demás están en tu contra, y que tal vez estés echando a perder todo. Escucha lo que te dice tu interior. Lo que suceda, te puede sorprender,” Stevie Rae dijo.
Dudé un poco pero dije lo primero que se me vino a la mente. “¿Y eso podría salvar tu vida?”
“Sí,” respondió. “Podría.”
“Necesitamos hablar cuando regrese a casa.”
“Estaré aquí,” me dijo. “Patea unos cuantos traseros, Z”
“Lo intentaré,” dije. “Bye, Stevie Rae. Me alegra que no estés muerta. Otra vez.”
“Sí, yo también. Otra vez.”
Colgamos. Inhale fuertemente, cuadré mis hombros, y me alisté para enfrentarme al Alto Consejo.
El Alto Consejo se reunía en una catedral muy antigua que se encontraba justo al lado del palacio de San Clemente. Era obvio que tiempo atrás había sido una iglesia católica, y me pregunté qué pensaría la hermana María Ángela de cómo los vampiros la habían cambiado. Habían desmantelado todo el lugar, a excepción de las enormes luces fijadas que colgaban desde el techo en cadenas de bronce, haciéndolo ver como algo que estaba suspendido mágicamente en el aire encima de las mesas de Hogwarts. Habían construido asientos circulares en niveles en un estilo que recordaba haber estudiado cuando leímos Medea. En el piso de granito, siete sillas de mármol se encontraban una al lado de la otra. Pensé que se eran muy bonitas, pero parecía que harían que tu trasero se te durmiera o que te congelaras.
Las ventanas originales con vidrio de muchos colores habían sido cambiadas de un Jesús ensangrentado y un montón de santos católicos a una imagen representativa de Nyx, con las manos alzadas sosteniendo una luna creciente entre sus manos, un brillante pentagrama al lado de ella. En la otra ventana en vidrios de colores vi la versión de los cuatro emblemas que simbolizaban cada año de los novatos en la Casa de la Noche. Estaba mirando alrededor en la catedral, pensando en que bonitas eran las ventanas, cuando noté una escena pintada directamente al otro lado de la imagen de Nyx—y sentí como si todo mi cuerpo se hubiera congelado.
¡Era Kalona! Las alas completamente extendidas, su pecho desnudo, musculoso, bronceado y poderoso. Sentí que todo mi cuerpo empezó a temblar.

Stark tomó mi brazo y lo entrelazó con el suyo, como si fuera un caballero guiando a su dama bajando las escaleras del anfiteatro hacia nuestros lugares casi hasta abajo. Pero su toque era fuerte y seguro, y me susurró, "No es el. Es solo una antigua representación de Erebus, igual que el símbolo de Nyx que está por allá."
“Pero se parece lo suficiente como para que crean que Kalona es Erebus,” le susurré frenéticamente a Stark.
“Tal vez. Y es por eso que tú estás aquí,” murmuró.
“Zoey y Stark, estos lugares son para ustedes.” Erce señaló unos asientos hasta el frente y justo al lado de las siete sillas. “El resto de ustedes se pueden sentar en la fila de allá atrás.” Acomodó a Damien, Jack y a las gemelas unas cuantas filas atrás de nosotros diciendo, “Recuerden, solo pueden hablar si el consejo los reconoce,” Erce dijo.
“Sí, sí, lo recuerdo,” dije. Había algo acerca de Erce que me molestaba. Okay, ella era amiga de Lenobia, y deseaba que me cayera bien, pero desde que Afrodita sufrió su ataque de pánico ella se metió en nuestros asuntos y empezó a actuar como si fuera la jefa de todos nosotros. Yo le había insistido a Darius que se quedara con Afrodita, así que básicamente observe sin decir nada todo lo que Erce mencionaba acerca de las reglas del Alto Consejo, y lo que no debía de hacer. Okay, un ángel caído y una mentirosa ex-Alta Sacerdotisa trataban de manipular al Alto Consejo Vampírico. ¿No era mucho más importante desenmascararlos, que tener modales?
Claro que, Damien, Jack y las gemelas accedieron con inocentes, e intimidados “okays.”
“Voy a estar aquí atrás al lado de Damien y Jack. No siento el amor por los humanos en este lugar, así que prefiero pasar desapercibido,” Heath dijo.
Vi que Stark cruzó una mirada con él. “Cuida su espalda,” él dijo.
Heath asintió. “Siempre la estaré cuidando.”
“Bien, yo me enfocaré en todo lo demás,” Stark dijo.
“De acuerdo,” Heath dijo.
Y no estaban bromeando. No estaban siendo sarcásticos o hablando en un tono tipo-chico-posesivo. Ellos realmente estaban preocupados, tanto, que hasta estaban trabajando juntos.
Eso me hizo muy, muy paranoica.
Sabía que era ridículo e inmaduro, pero extrañaba mucho a mi abuela. Deseaba estar acurrucada en su pequeña casita en el rancho de lavanda en Oklahoma, comiendo palomitas con mucha mantequilla, viendo un maratón de musicales y que lo peor de lo que me pudiera preocupar fuera de cómo no entendía geometría.
“¡El Alto Consejo Vampírico!”
“¡Recuerden ponerse de pie!” Erce me susurró sobre mi hombro.
Suprimí rodar mis ojos. Hubo un absoluto silencio en el gran salón. Me paré junto con todos los demás, y después mire boquiabierta mientras siete de las criaturas más perfectas que había visto en mi vida entraban al salón.
Todo el Alto Consejo eran mujeres, pero eso ya lo sabía. Nuestra sociedad era matriarcal, así que las personas que formaran parte del consejo debían ser mujeres. Sabía que eran muy viejas, incluso para los vampiros. Claro que no podías adivinar su edad al mirarlas. Todo lo que se podía ver era cuan hermosas y poderosas eran. Por un lado me dio gusto ver la prueba de que aunque los vampiros seguían creciendo, y eventualmente morían, no se veían como un Shar-Pei lleno de arrugas. Por otro lado, el sentido de poder que emitían era totalmente intimidante. El solo pensar de hablar en frente de ellas, junto con todos los demás que estaban en la catedral, oscuros, y silencioso vampiros, hizo que mi estomago se quisiera salir de mi.
Stark agarró mi mano. Y yo me aferré de la suya fuertemente, deseando que yo fuera mayor, más inteligente y francamente una mejor oradora pública.
Escuché que alguien más entraba al salón y volteé para ver a Neferet y a Kalona bajar confiadamente las escaleras y tomar dos lugares vacíos en la misma hilera e la que estábamos, solo que los de ellos se encontraban justo enfrente del Alto Consejo. Como si hubieran esperado a que llegaran, el Consejo tomo su lugar indicándonos que podíamos sentarnos, también.
Era difícil no quedarse viendo a Neferet y Kalona. Ella siempre había sido hermosa, pero en un par de días que no la había visto, ella había cambiado. El aire alrededor de ella parecía vibrar con poder. Llevaba puesto un vestido que me recordaba a la antigua Roma, flotaba como una toga. La hacía ver como una reina. A su lado Kalona se veía espectacular. Era estúpido decir que estaba medio vestido: Sólo tenía puestos unos pantalones negros-sin camisa- sin zapatos, pero no se veía estúpido. Se veía como un Dios que había decidido caminar por la Tierra. Sus alas se extendían como una capa. Sabía que los ojos de todos estaban sobre él, pero cuando me vio y nuestras miradas se cruzaron, el mundo se desvaneció y solo estábamos Kalona y yo.
La memoria de nuestro último sueño cruzo entre nosotros. Vi en él al guerrero de Nyx, a la increíble criatura que había estado al lado de ella y que después cayó porque la amaba demasiado. Y en sus ojos vi vulnerabilidad y una pregunta muy clara. El quería saber si podía creer en él. En mi mente escuchaba sus palabras: ¿Qué pasa si sólo soy malo con Neferet? ¿Qué pasa si la verdad es que si estuviera contigo podría elegir el bien?
Mi mente escuchó esas palabras y las volvió a rechazar. Pero mi corazón, era otra cosa. Él había tocado mi corazón, y aunque tuviera que negarlo—pretender que no me había atrapado— en ese momento quería que viera la verdad en mis ojos. Así que le abrí mi corazón y dejé que mis ojos le dijeran que sabía que yo nunca podría.
La respuesta de Kalona fue una sonrisa tan gentil, que tuve que alejar mi mirada rápidamente.
“¿Zoey?” Stark susurró.
“Estoy bien,” le dije automáticamente.
“Sé fuerte. No dejes que te atrape.”
Asentí. Sentí que la gente volteaba a verme con mayor curiosidad de lo acostumbrado debido a mis tatuajes. Miré sobre mi hombro, y vi a Damien, Jack y a las gemelas mirando boquiabiertos a Kalona. Después me encontré con la mirada de Heath. Él no estaba viendo a Kalona. Me estaba viendo a mí, obviamente preocupado. Traté de sonreírle, pero sentí que más bien fue una mueca de culpabilidad.
Después un miembro del Consejo habló, y me sentí aliviada de enfocar mi atención en ella.
“El Alto Consejo es convocado a esta sesión especial. Yo, Duantia, los llamó a orden. Que Nyx nos dé su sabiduría y guía.”
“Que Nyx nos dé su sabiduría y guía,” dijeron el resto de las personas en el salón.
Cuando Erce nos menciono algunas de las reglas e instrucciones, nos dijo los nombres de los miembros del Consejo, y las describió a una por una, y gracias a ella sabía que Duantia era la más grande del consejo, así que era su trabajo llamar a orden y decidir cuando tenía que acabar la sesión. Fijé mi mirada en ella. Era increíble que tuviera unos cuantos cientos de años, y a excepción de la gran confidencia y poder que demostraba, la única señal de su edad era que su cabello café tenía una mezcla con tonalidades grises.
“Tenemos más preguntas para Neferet y para el ser que se llama a sí mismo Erebus.” Vi a Neferet entrecerrar muy ligeramente sus ojos verdes, sin embargo asintió con gracia a Duantia.
Kalona se paró y se inclinó ante el Consejo. “Los saludo de nuevo,” dijo a Duantia y asintió ante los otros seis miembros del Consejo. Algunas de ellas asintieron en respuesta.
“Tenemos preguntas sobre tus orígenes,” Duantia dijo.
“Es natural que las tengan,” Kalona dijo.
Su voz sonaba profunda y rica. Él sonaba humilde, razonable y muy, muy honesto. Pensé que yo, junto con la mayoría de los presentes, queríamos escucharlo, creyéramos o no creyéramos lo que estaba a punto de decir.
Y después hice algo que era tonto y totalmente inmaduro. Como si fuera una pequeña niñita, cerré los ojos e hice una oración a Nyx con una fuerza con la que nunca había orado en mi vida entera. Por favor permite que hable solo con la verdad. Si dice la verdad, tal vez haya esperanza para él.
“Dices que eres Erebus venido aquí a la Tierra,” Duantia dijo.
Abrí mis ojos para ver a Kalona sonreír y responder, “Soy, de hecho, una criatura inmortal”
“¿Eres Erebus, el consorte de Nyx?”
¡Di la verdad! Grité en mi cabeza. ¡Di la verdad!
“Estuve al lado de Nyx. Después caí a la Tierra. Y ahora estoy aquí al—”
“Al lado de la Diosa misma encarnada,” Neferet interrumpió mientras se paraba al lado de Kalona.
“Neferet, ya sabemos tu punto de vista con respecto a quién es este inmortal,” Duantia dijo. Ella no alzó la voz, pero sus palabras eran afiladas, con una advertencia muy clara. “Lo que queremos, es escuchar más cosas por palabras del inmortal mismo.”
“Como cualquier consorte, me inclino ante my dama,” Kalona dijo, inclinándose un poco ante Neferet quien le dio una sonrisa triunfante que me hizo apretar mis dientes.
“¿Esperas que creamos que la encarnación de Erebus en esta tierra no tiene voluntad propia?”
“Sea en la Tierra o en el reino mismo de Nyx, Erebus está dedicado a su dama, y su deseo se reflejan en ella. Les puedo decir que conozco la verdad de estas palabras por experiencia propia.,” Kalona dijo.
Y él estaba diciendo la verdad. Como guerrero de Nyx había visto la dedicación de Erebus hacia su diosa. Claro que, en la manera en la que lo decía, hacía parecer que el realmente era Erebus—sin realmente decir una mentira.
Pero ¿No era eso por lo que había rogado que hiciera? ¿Que solo hablara con la verdad?
“¿Por qué dejaste el reino de Nyx?” preguntó otro miembro del consejo, una que no le había asentido en señal de bienvenida.
“Caí.” Kalona miró del Consejo hacia mí, y dijo el resto de su respuesta como si solo él y yo estuviéramos en el salón. “Escogí irme porque creí que ya no servía correctamente a mi Diosa. Al principio parecía como si hubiera cometido un terrible error, pero después me levanté en la Tierra y encontré un nuevo reino y una nueva dama. Después empecé a creer que en realidad podía servir a mi Diosa otra vez, nada más que en esta ocasión sería mediante su representante en la Tierra.”
Las cejas de Duantia se arquearon con gracia mientras seguía la mirada de Kalona, la cual descansaba sobre mí. Sus ojos se entrecerraron un poco. “Zoey Redbird. El Consejo te reconoce.”

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