martes, 1 de septiembre de 2009

Capitulo 11 Cazada

Cazada capitulo 11



Me moví rápidamente, interponiéndome entre los dos. “¡Alto!” Grité. “Tengo demasiado de que preocuparme para que además tenga que estarlos separando. ¡Siii, hablando de inmaduros!”. Ambos chicos siguieron mirándose airadamente por encima de mi cabeza. “¡Dije, deténganse!”. Y aporree sus pechos. Eso los hizo parpadear y prestarme atención. Era mi oportunidad para decir lo evidente. “¿Saben ustedes?, se ven ridículos con sus bufidos, su testosterona y toda esa mierda. Digo, yo podría convocar los elementos y patearles el trasero a ambos”.
Heath arrastró sus pies y miró avergonzado. Entonces me sonrió abiertamente, como un bello niño cuya mamá acababa de regañarle. “Lo lamento, Zo. Olvidé que tienes ese importante moyo (poder mágico) que controlas”.
“Sí, lo siento”, dijo Erik. “Sé que no tengo nada de que preocuparme sobre lo de ustedes”. Y terminó con una sonrisa satisfecha para Heath.
Heath me miró como esperando que yo dijera algo cómo: ‘está bien, Erik, en realidad deberías preocuparte por el camino que podrían tomas las cosas, porque todavía me gusta Heath’, pero no lo hice. No podría. No importa lo que ocurra entre Erik y yo, Heath era parte de mi antiguo mundo, y él cabe mejor en mi pasado que en mi presente o futuro. Heath era humano cien por ciento, quiero decir, que era cien por ciento más vulnerable a ser seriamente lastimado si algo nos atacara.
“Bien, me voy de aquí”, dijo Heath en un embarazoso silencio. Él se dio vuelta y caminó hacia la puerta principal y casi estaba allí cuando hizo una pausa y se dio vuelta para mirarme. “Pero primero tengo que hablar contigo, Zo. A solas”.
“No va a ninguna parte”, dijo Erik.
“Nadie te preguntó”, dijo Heath. “¿Zo, me acompañarías afuera por un minuto?”
“¡Demonios, no!”, dijo Erik, acercándose a mí posesivamente. “Ella no va a ninguna parte contigo”.
Fruncía el ceño hacia Erik, a punto de decirle que él no era mi jefe, cuando hizo algo que total, absoluta y completamente me molestó. Tomó mi muñeca y me jaló hacia él, aun cuando no había dado un paso para seguir a Heath.
Un reflejo automático me hizo soltar bruscamente mi muñeca de su agarre.
Sus ojos azules se estrecharon en mí. En ese instante él se veía disgustado y mezquino, y parecía más un extraño que un novio.
“No vas a ninguna parte con él”, me repitió.
Mi temperamento impedido. No podía quedarme parada siendo intimidada. Era uno de los motivos por lo que el nuevo marido de mi mamá y yo nunca congeniamos. En el fondo, el Perdedor de Turno no era nada más que un gran matón. De pronto yo veía la misma actitud reflejada en Erik. Sabía que eso rompería mi corazón más tarde, pero en este momento mi cólera quemaba demasiado para que cualquier otra emoción refrescara mi reacción.
No chillé. No grité y ni le di una bofetada como realmente lo deseaba. En cambio, todo lo que hice fue sacudir mi cabeza y decir con mi voz más fría, “Erik, ya es suficiente. Sólo porque estamos juntos nuevamente no significa que puedes decirme que hacer”.
“¿Cómo piensas que esto no me da a entender que no me engañas con tu novio humano otra vez?” Erik chasqueó.
Quedé sin aliento y di un paso atrás como si él me hubiese abofeteado. “¿Por qué demonios piensas que puedes dirigirte a mí de esa manera?” Mi estómago se apretó tan firmemente que pensé que me iba a enfermar, pero no hice caso de ello, encontrando el enfadado fulgor de Erik con una acerada mirada fija mía. “Como tu novia, me has dado un tremendo disgusto. Como tu Alta Sacerdotisa, acabas de insultarme. Y para alguien con inteligencia, me has hecho preguntarme si no has perdido un poco el sentido. ¿Qué piensas que voy a hacer en el minuto que voy a estar a solas con Heath parada en el aparcamiento en medio de una tormenta de hielo? ¿Acostarme y que él me lo haga allí mismo sobre el cemento? ¿Esa es la clase de chica que crees que soy?”
Erik no dijo nada; solamente me siguió mirando airadamente.
En el eléctrico silencio, la ahogada sonrisa de Heath se superburlaba. “¡Eh!, Erik, déjeme darte un pequeño consejo sobre nuestra Zo. Realmente, realmente, realmente no le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Y es como ha sido desde siempre, uh, no recuerdo, del tercer grado más o menos. Quiero decir, aún antes de dejarme y que obtuviera ese moyo de vampira de su diosa, ella odiaba ser mangoneada”. Heath me ofreció su mano. “¿Entonces podrías acompañarme hacia afuera por unos segundos y así poder hablar sin una audiencia?”
“Sí, sí. Creo que necesito un poco de aire fresco”, dije. Ignorando la mirada fija y enojada de Erik y la mano extendida de Heath, di un pisotón a la rejilla metálica que parecía el camino más cercano y seguro, y con un molesto empujon la aparté y salí a un atardecer de invierno tarde muy desagradable. La ráfaga de aire frío y mojado se sentía bien sobre mi acalorada cara, respiré profundamente, tratando de calmarme y no gritar mi frustración con Erik al gris amoratado del firmamento.
Al principio pensé que llovía, pero rápidamente comprendí que era más bien como si el cielo escupiera trocitos de hielo. No era abundante, pero si constante, y el aparcamiento, las vías del ferrocarril, y el costado del viejo edificio del depósito ya comenzaban a tomar la apariencia extraña y mágica del dorado con el hielo.
“Mi camión está allí”. Heath indicó donde su camión estaba estacionado en el borde del desierto aparcamiento bajo un árbol que obviamente en cierta época había sido plantado como un ornamento cerca de la acera que abrigaba el depósito. Años de ser ignorado y podado realmente lo habían ensuciado, sin embargo, se ajustaba muy bien en la apertura circular del cemento, el árbol había crecido enormemente y sus raíces habían roto la acera a su alrededor. Su ramaje que escarchaba hábilmente se balanceaban inestablemente cerca del viejo edificio de granito; algunas de ellas se inclinaban sobre la azotea. Solamente contemplar el árbol me hizo encogerme de miedo. Si acumulara mucho más hielo, el viejo y pobre árbol probablemente se rompería en un millón de pedazos.
“Aquí”, Heath sostuvo un lado de su abrigo sobre mi cabeza. “Vamos a mi camión para que podamos hablar fuera de este embrollo”.
Eché un vistazo alrededor del gris y empapado paisaje. Nada parecía atemorizante o monstruoso como en un medio hombre, o un horrendo medio pájaro. Había solamente frio, humedad y vacío.
“Bien, Okey”, dije, y deje a Heath conducirme a su camión. Probablemente no debí permitirle sostener su abrigo sobre mí y meterme cerca de su lado mientras me agarraba de él para evitar caerme sobre el escarchado pavimento, pero estar con él se sentía tan familiar y sencillo que no vacilé. Afrontémoslo, Heath ha sido parte de mi vida desde que estaba en la escuela primaria. Yo me sentía literalmente más cómoda con él que con cualquiera en el mundo, excepto con mi Abuela. No importa lo que estaba ocurriendo, o no, entre nosotros, Heath era como de la familia para mí. En realidad, él es mejor que la inmensa mayoría de mi familia. Era difícil de imaginar tratarlo formalmente como si fuera un desconocido. Después de todo, Heath había sido mi amigo antes de que él se hubiera convertido en mi novio. Pero él nunca podrá ser mi amigo nuevamente; siempre habrá más que eso entre nosotros, susurró mi conciencia, pero la ignoré.
Llegamos a su camión y Heath me abrió la puerta, el interior tenía una extraña mezcla de aromas entre el familiar olor de Heath y de Armor All (Heath es un fenómeno de la limpieza en lo referente a su camión; juro que podrías comer en los asientos).
En vez de deslizarme adentro, vacilé. Sentarme junto a él en la cabina de su camión era demasiado íntimo, excesivamente evocador de los años en que había sido su novia. En lugar de eso, me aparté un poco de él y me senté a la mitad, medio recostada al final del asiento de pasajeros, lo suficientemente alejada de la lluvia helada para permanecer semiseca. Heath me sonrió amargamente, como entendiendo que me esmeraba en resistir estar con él otra vez, y me apoyé contra el interior lateral de la puerta abierta.
“Okey, ¿De que querías hablarme?”
“No me gusta que estés aquí. No recuerdo todo, pero de verdad recuerdo lo suficiente para saber que los túneles traen malas noticias. Sé que me dijiste que aquellos niños no muertos han cambiado, pero aún así no me gusta que estés allí con ellos. No parece seguro”, dijo, mirándome serio y preocupado.
“Bien, no te culpo por pensar que es asqueroso allá abajo, pero esto realmente ha cambiado. Los niños son diferentes, también. Ellos han recuperado su humanidad. Además, este es el lugar más seguro para nosotros ahora”.
Heath estudió mi cara durante largo rato, entonces soltó un pesado suspiro. “Tú eres la única, la sacerdotisa y cosas como esas, entonces sabes lo que haces. Sólo que es extraño para mí. ¿Estás segura que no debería volver a la Casa de la Noche? Tal vez este tipo de ángel caído no es tan malo como ustedes piensan que es”.
“No, Heath, él es malo. Solamente confía en mí. Y los Cuervos Mockers son seriamente peligrosos. No es seguro volver a la escuela. No los viste cuando él se emergió de la tierra. Es como si él pudiera encantar a novatos y vampiros. Es realmente espeluznante. Tú sabes que tan poderosa es Neferet. Bien, pienso que Kalona es aún más poderoso que ella”.
“Es malo”, Heath estuvo de acuerdo.
“Sí”.
Heath asintió con la cabeza y no dijo nada. Él sólo me miró. Volví la mirada hacia él, y de algún modo fui atrapada por su fija y dulce mirada de sus ojos marrón. Permanecí sentada en silencio por algún rato, examinando sus ojos, cuando comencé a ser sumamente consciente de él. Podía oler a Heath. Era agradable, jabonoso, el olor del Heath con el que había crecido. Estaba pie lo bastante cerca de mi que podía sentir el calor de su cuerpo.
Despacio, sin decir una palabra, Heath tomó mi mano y lo dio vuelta de modo que pudiera ver los intrincados tatuajes que la decoraban. Él trazó uno de los diseños con uno de sus dedos.
“Es realmente asombroso que esto te haya pasado”, dijo suavemente, todavía estudiando mi mano. “A veces cuando me despierto por la mañana olvido que has sido Marcada y que estás en la Casa de la Noche, y la primera cosa que pienso es cuánto tengo que esperar con ansias para enterarme que vas a estar en el juego de la noche del viernes viéndome jugar. O cuanto tengo que esperar para verte antes de de la escuela comprando rollos de salchicha y tu coca-cola en Donas al Amanecer”. Alzó la vista de mi mano y la posó en mis ojos. “Y entonces me despierto y recuerdo que no estarás allí para ninguna de esas cosas. No era tan malo cuando fuimos Imprimados, porque parecía que todavía tenía alguna posibilidad, que todavía tenía una parte de ti. Pero ahora ni eso tengo”.
Heath hizo que mis entrañas temblaran. “Lo siento, Heath. Yo, yo no sé que más decirte. No puedo cambiar nada de esto”.
“Sí, tú puedes”. Heath levantó mi mano y presionó mi palma contra su camisa de fútbol negra de los Tigres de Broken Arrow, sobre su corazón. “¿Puedes sentirlo latir?” susurró.
Asentí. Podía sentir sus latidos del corazón, constantes y fuertes, si un poco rápido. Me recordó la sangre increíblemente deliciosa que palpitaba por sus venas y que tan bueno se sentiría darle una pequeña y diminuta mordedura a él… y ahora era mi corazón el que palpitaba el doble de rápido que el de él.
“La última vez que te vi, dije que me dolió mas de la cuenta haberte amado. Pero me equivoqué. La verdad es que me duele mucho por no amarte”, dijo Heath.
“Heath, no. No podemos”. Mi voz era áspera cuando traté de hablar a través del deseo que sentía por él.
“Por supuesto que podemos, bebé. Estamos bien juntos. Tenemos un montón de práctica en ello. “Heath dio un paso más cerca de mi. Tomó el dedo índice de mi mano que estaba en su pecho y rozó ligeramente su pulgar sobre mi uña primorosamente arreglada. “¿Es verdad que tus uñas son los suficientemente duras como para atravesar la piel?”
Asentí. Yo sabía que debería alejarme y volver a los túneles y a la vida que me espera allí, pero no podía. Heath también era una vida que me esperaba y con razón o sin ella era casi imposible alejarme de él.
Heath tomó mi dedo y lo alzó a fin de que mi uña se apretara ligeramente sobre el suave lugar donde su cuello se curvaba por el hombro.
“Córtame, Zo. Bebe mi sangre otra vez”. Su voz era profunda y áspera por el deseo. “Ya estamos conectados. Siempre estaremos conectados. Así es que repone la Imprimación entre nosotros, donde pertenece”.
Él presionó mi uña más dura contra su cuello. Ambos respirábamos pesadamente. Cuando mi uña se abrió camino por su piel, haciendo un pequeño rasguño sobre su cuello, miré, hipnotizada, como una exquisita y fina cinta escarlata brotaba contra la palidez de su piel.
El olor me golpeó, la absoluta y familiar esencia de la sangre de Heath. La sangre que yo una vez Imprimí como mía propia.
Nada puede compararse con el perfume de la sangre humana fresca, ni la de otro novato y ni aún la sangre de un vampiro adulto es tan convincente, tan hipnóticamente deseable. Me sentí inclinándome hacia él.
“Sí, nena, sí. Bebe de mí, Zo. ¿Recuerda que tan bien se siente?” susurró Heath mientras su mano en mi cintura me jalaba hacia él.
¿Podría saborear sólo un poquito? ¿Qué si me Imprimara con Heath, nuevamente? ¡Demonios!, desde luego, nosotros nos Imprimaríamos.
Y es lo suficientemente bueno. Amé estar Imprimado con él. A él también le había gustado, también, hasta—hasta que yo había roto la Imprimación junto con eso su corazón y bastante posible, irreparablemente dañé su alma.
Lo aparté de un empujón y trastabillé para salir de la cabina del camión, dando un paso rápidamente alrededor de Heath. La helada lluvia en realidad se sentía bien cayendo sobre mi cara, refrescando el calor de mi sed de sangre.
“Tengo que volver, Heath”, dije, esforzándome para recuperar mi respiración y mi controlar la carrera de mi corazón. “Tú tienes que volver, también, donde perteneces. Y éste no es tu lugar”.
“¿Zoey, qué te pasa?” Dio un paso hacia mí, y yo me alejé uno más de él. “¿Qué hice?”
“Nada. Este— este no eres tú, Heath. “Retiré mi pelo mojado de mi cara”. Eres grandioso. Siempre has sido grandioso, y te amo. Es por eso que esto no puede pasar entre nosotros nuevamente. La Imprimación conmigo no es buena para ti, especialmente menos ahora”.
“¿Por qué no dejas que yo me preocupe sobre lo que está bien o no para mí?”
“¡Porque tú no piensas adecuadamente en lo que se refiere a ti y a mí!” Grité. “¿Recuerda lo doloroso que fue cuando nuestra Imprimación se rompió? ¿Recuerda que dijiste que tuviste la impresión de querer morir?”
“Entonces no lo rompas otra vez”.
“No es tan simple. Mi vida nunca más será simple”.
“Tal vez tú lo haces demasiado complicado. Ahí estas tú. Aquí estoy yo. Nos queremos, y lo hemos hecho desde que éramos niños, entonces, nosotros deberíamos estar juntos. Fin”, dijo él.
“¡La vida no es un libro, Heath! No hay ninguna garantía de un final feliz”, dije.
“No necesito garantía si te tengo”.
“Simplemente eso. Tú no me tienes, Heath. No puedes. Nunca más”. Negué con mi cabeza y sostuve mi mano para detenerlo cuando comenzó a decir algo más. “¡No! No puedo hacer esto ahora. Quiero que entres en tu camión y vuelvas a Broken Arrow. Voy a volver allí abajo. Con mi gente y mi novio vampiro”.
“¡Oh, por favor! ¿Tú y esos estúpidos vampiros? No hay forma que puedas soportar sus pendejadas, Zo”.
“Esto no es justo para Erik o para mí. La verdad es que lo de entre tú y yo no puede ocurrir, Heath. Tienes que olvidarme y seguir con tu vida. Tu vida humana”. Le di la espalda y me alejé de él. Cuando lo oí siguiéndome, no volví la vista atrás. Y grité, “¡No! ¡Quiero que te marches, Heath, y no quiero que vuelvas. Nunca más!”.
Contuve el aliento y oí sus pasos detenerse. Continuaba sin mirarlo. Tenía miedo de hacerlo, porque me daría la vuelta, volvería corriendo, y me lanzaría en sus brazos.
Estaba por llegar a la vieja rejilla metálica cuando oí el primer graznido croar. El sonido me detuvo como si hubiese chocado de golpe con una pared de ladrillos. Di vueltas a mí alrededor. Heath estaba de pie soportando la gélida lluvia bajo el árbol a solo unos centímetros de su camión. Le di apenas una pequeña ojeada. Y mis ojos se lanzaron rápidamente sobre las ramas oscuras del árbol arqueado por el hielo.
Dentro de las sombras de las ramas desnudas una oscuridad se agitaba. Me recordó de algo, y parpadeé, mirándolo fijamente y tratando de recordar donde había visto algo como esto antes. Entonces la imagen cambio... se transformó, quedé sin aliento a medida que se hacía más visible. ¡Neferet! Ella se aferraba a un grueso gancho congelado que se apoyaba hábilmente contra la azotea del depósito. Sus ojos carmesí resplandecían y su pelo azotaba alrededor de ella como loco, como si la hubiese cogido un viento repentino.
Neferet me sonrió. Su expresión era netamente malvada que me sentí paralizada en el lugar.
Entonces, a medida que clavaba mis ojos en el horror, su imagen volvía a cambiar, fluctuó, y donde la imagen de la corrupta Alta Sacerdotisa había estado, un enorme Cuervo Mockers apareció. La cosa estaba posada sobre el lado del techo del depósito, no era humano y menos animal. Era una terrible mezcla mutada de ambos. Me miraba fijamente con ojos color sangre y con la forma de un hombre. Sus brazos y piernas humanas estaban desnudos, se veía vil y pervertido emergiendo del cuerpo de un gigantesco cuervo. Podía ver su lengua bifurcada y la resplandeciente saliva que escurría vorazmente de aquellas horribles faúces.
“¿Zoey, qué ocurre?” dijo Heath. Y antes de que pudiera decirle que nada, él siguió mi fija mirada, alzando la vista a los helados miembros que descansaban contra la azotea del depósito. “¿Qué mierda?”. Distinguí la percepción de la criatura cruzando su cara, la cosa pájaro dirigió sus fulgurantes ojos rojos de Heath a mí.
“¿Zzzzzoey?” resopló mi nombre, su voz sonaba desgastada y plana, completamente inhumana. “Te heeemoosss estaaaadooo buscaaannndoo”.
Mi cuerpo se sintió congelado. Mi mente gritaba dentro de mi cabeza, ¡ellos han estado buscándome! Pero nada salía de mi boca - ninguna advertencia para Heath. Ni aún el grito común de una chica chillona llenando mi garganta.
“Mi paaadre estaraaá muy cooomplaciiidooo cuando se la pressssssssente a éeeel”, silbó el Mockers, desplegó sus alas como si se dispusiera a bajar en vuelo y agarrarme rápidamente.
“Tendré que decir '¡Demonios! ¡No!' para arruinar ese pequeño plan tuyo”, gritó Heath.

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